Ideal para los románticos empedernidos y coincidiendo con la celebración de la Fiesta de San Valentín se estrena esta bonita historia de amor juvenil -más bonita que la fiesta- detrás de la cual se encuentra uno de los mejores directores de anime japoneses: Masaaki Yuasa.
Hinako es una joven surfista a la que le gusta cabalgar las olas. Tras un incendio, se enamora de un bombero llamado Minato, de increíbles cualidades humanas y empeñado en ayudar a sus semejantes. Ambos viven un romance perfecto hasta que una tragedia se ceba en la pareja. Tras un periodo de postración, la muchacha, que no se resigna a la muerte de su amado, se percata de que, cuando canta el tema favorito de ambos, el joven vuelve a acompañarla en el agua, donde perdió la vida. Pero nadie creerá en esas visiones.
Los relatos fantásticos de relaciones amorosas, que van más allá de lo comprensible, se llevan realizando en la gran pantalla desde los inicios del cine. Un ejemplo claro lo tenemos en el clásico Sueño de amor eterno, de Henry Hathaway (1935), donde un jovencísimo Gary Cooper sufría lo indecible metido en la piel de un arquitecto enamorado desde niño de una mujer, Mary, inalcanzable tras su matrimonio con un conde. Como en ese film, El amor está en el agua tiene dos partes diferenciadas; la primera que nos narra como se fraguó el bellísimo romance y la segunda, muy onírica, donde la no aceptación de la pérdida de ese ser querido se hace insoportable.
Aunque el dibujo anime se caracteriza por lo que se denomina animación limitada, debido a que los personajes tienen movimientos reducidos de expresión y de movimiento de labios, en este caso todo eso mejora, sustancialmente, gracias al predominio de esos limpios sentimientos, adornado con unos alegres colores y mucha luz en todos los escenarios, en los que priman el agua y el mar.
Para: recomendable para los que les guste el cine anime japonés y para románticos empedernidos.