Desde las primeras imágenes, en las que todo suena auténtico, se vislumbra lo que el propio cineasta Joachim Lafosse ha confesado, que se inspiró en su propia vida y en su infancia con un padre bipolar. Al parecer éste quería ser fotógrafo y así iba a narrarse en la película pero, la aparición en el reparto del excelente actor Damien Bonnard, que había estudio Bellas artes, hizo que la profesión del protagonista cambiase y pasara a ser un pintor.
La historia no puede ser más sencilla ni más dramática. El matrimonio de Leïla y Damien se quieren muchísimo, y ambos intentar mantener a flote a su familia, pero la bipolaridad de él complica demasiado su existencia y la de su hijo.
Película que se apoya, por sus características, en el trabajo de su pareja protagonista, Leïla Bekhti y Damien Bonnard, éstos hacen un trabajo encomiable en sus respectivos personajes. Aquí no hay, como en otras historias de amor imposible ningún malvado sino dos seres humanos que sufren y no encuentran salida a sus vidas, el uno por su cruel enfermedad, que le hace no atender razones médicas, y su esposa, porque convivir con un bipolar es casi misión imposible por sus cambios extremos de carácter. Quizás por ello esta película cala, y también duele, porque se comprende por los padecimientos de muchas familias que sufren por esta psicosis que destroza no solo al enfermo sino a los seres queridos que le rodean.
Para: los que opinen que hay que apostar por el amor hasta el límites de las fuerzas.