El ex marine Jake Sully y Neytiri han formado una gran familia al lado de sus cuatro hijos. Pero surgen una serie de problemas que amenazan su seguridad por lo que tienen que huir a los límites de Pandora y empiezan a vivir en el territorio que es el hogar del del clan Metkayina, un pueblo que vive en armonía con los océanos que les rodean. Allí los Sully deberán luchar para ser aceptados por la comunidad y a sumergirse en su modo de vida en el agua.
Han pasado trece años desde que el director James Cameron nos descubriera que es un genio de la tecnología y la animación digital gracias a Avatar, una película que se convirtió, tanto en Estados Unidos como en España en la más taquillera de todos los tiempos. Ese éxito nunca atribuible al argumento, que era bastante simplón, le ha hecho rodar otras tres películas sobre la vida en la luna de Pandora.
Como ocurría en la primera película, Cameron vuelve a demostrar que es un genio en la captura de movimiento y en la animación en 3D, ya que las escenas que se desarrollan en los océanos son fantásticas, todo un espectáculo visual que resulta un deleite. No ocurre así con su contenido que vuelve a ser ecologista llevado a sus últimas consecuencias ya que no solo hace hincapié en que el hombre blanco es depredador de la Naturaleza -no ocurre así con los indígenas- sino que llega a decir que unas criaturas llamadas Tulkun (son una especie de ballenas) son más espirituales que los humanos y les superan en inteligencia puesto que saben matemáticas e incluso componen canciones (algo bastante ridículo)... Igualmente, como sucedía en la película original, es recurrente en el mensaje panteísta, los Na’vis adoran a la madre Tierra, pero también al agua en el caso del pueblo Metkayina, “porque el agua da pero el agua quita”. Con esta frase volvemos a otra de las obsesiones de Cameron de enredar el cristianismo con cualquier creencia con la confusión que ello puede provocar en el espectador adolescente que irá a las salas de cine a contemplar esta secuela. Porque el cineasta tiene mucho olfato y sabe que ese el público potencial de este filme y, por ello en esta historia tienen mucho recorrido los hijos de los Sully, de ahí que en el reparto haya introducido varios personajes juveniles.
Un último apunte: la cinta dura la friolera de 195 minutos porque, además de recrearse en imágenes bellísimas de la naturaleza, en su desarrollo se vislumbra la inspiración en hechos reales y en clásicos de la literatura. Así, la forma de arrasar los poblados de los Na’vis con fuego recuerda, inevitablemente, la guerra de Vietnam y los terroríficos efectos del napalm, mientras que las escenas de caza de los Tulkun recuerdan a Moby Dick, por poner dos ejemplos claros.
Para: los que les gusten los efectos visuales y no reparen y profundicen en los contenidos.