Con 91 años Clint Eastwood se ha convertido en la estrella de Hollywood más longeva en estar en activo. Aunque anunció hace años su retiro como actor, vuelve a la carga en esta ocasión, y también lo hace detrás de la cámara
Eastwood interpreta a Mike Milo, quien en sus buenos tiempos fue un astro del rodeo además de dedicarse a la cría de caballos. En 1979 acepta el trabajo de un antiguo jefe para traer a casa a su hijo pequeño que está en México y vive con una madre complicada. El anciano y el adolescente inician un viaje por carreteras secundarias para volver a Texas y evitar a sus perseguidores, un periplo donde no faltan dificultades.
Basado en una novela de N. Richard Nash, se trata de una película de carretera (“road movie”), la cuadragésimo quinta película como director de Eastwood que coincide con la maravillosa Gran Torino en que aborda una historia de redención personal.
El papel que interpreta Clint quizás debería haberlo encarnado un actor más joven, porque a la estrella se le nota sus años en la movilidad, pero se deduce que decidió interpretarlo él mismo porque es un “personaje bombón”, un excelente colofón a todos los temas que le ha interesado reflejar en sus últimos filmes, donde ha primado la humanidad de sus personajes: en este caso sobre la amistad, el agradecimiento, la lealtad, la defensa de los débiles pero también el romanticismo. Clint Eastwood comparte protagonismo en esta ocasión con Eduardo Minett, que debuta en el cine como el joven Rafo, que está estupendo.
Seguramente la más sentimental de su filmografía, en Cry Macho incluye las preocupaciones existenciales que seguramente rondan su cabeza, demostrando un respeto hacia las creencias católicas de los personajes mexicanos que aparecen en pantalla.
En la misma también parece dejar claro que no es más “macho” el que desenfunda antes sino el que tiene unas convicciones profundas y fuertes.
Para: los que les guste el director Clint Eastwood de su última etapa, con películas cargadas de humanidad.