Lo tenía todo para haber sido una desgraciada, hija de madre soltera y con unos padres adoptivos que no entendían que quisiera sobresalir en una profesión destinada a los hombres de su época. La holandesa Antonia Brico es una figura recordada dentro de la historia de la música por su perseverancia en luchar por ejercer su vocación.
En estos tiempos de reivindicación femenina está bien recordar a quienes lo tuvieron realmente difícil y lucharon por ello, como es el caso esta holandesa, la primera mujer que dirigió la Orquesta Sinfónica de Berlín, en los últimos años de la década de 1920. Emocionante biopic (biografía en imágenes) de esta amante de la música que, a pesar de sus 137 minutos de metraje, se desliza bien gracias a un guión bien engrasado que retrata una vida llena de acontecimientos y una actuación fantástica de Christanne de Bruijn.
El film cuenta con una buena puesta en escena, que nos lleva, desde EEUU, donde comenzó su carrera como pianista, hasta Europa, donde buscando los orígenes de su madre soltera logró los primeros éxitos como directora de orquesta.
Todo el desarrollo de la película está recorrido por una historia de amor imposible, pero lo atractivo es descubrir el esfuerzo por cumplir sus sueños de una mujer perseverante de orígenes humildes, capaz de afrontar todo tipo de situaciones a comienzos del pasado siglo XX. Eso sí, en la misma contemplamos una la incompatibilidad, en aquellos años, de estar casada y ejercer una vocación, en este caso musical. Entre sus méritos ser la primera estadounidense en ingresar en la Academia de Música de Berlín (1927), o ser la impulsora de la Orquesta sinfónica de Mujeres en 1934.
Para: los aficionados a las historias de superación y los amantes de la música clásica.