Leo Castaneda es un español afincado en Bruselas, que trabaja como conductor en el metro. Una noche será testigo del suicidio de su único hijo, Hugo, del que no tenía noticias desde hacía años. Tras lo ocurrido, Leo empezará a investigar las causas que le llevaron a la muerte y planeará encontrar a sus responsables.
Meritorio largometraje de cine negro desde el momento que apuesta por una historia de venganza narrada de forma muy original. Cuenta entre sus principales aciertos con una actuación magistral del español Antonio de la Torre sobre quien recae casi todo el peso de la trama. De ritmo mucho más pausado que los thrillers estadounidenses, a cambio Entre la vida y la muerte nos ofrece un relato con una buena descripción de personajes, en especial del protagonista, un hombre marcado por su pasado que vegeta más que vive, porque no encuentra demasiados motivos para levantarse cada mañana, de ahí el título del filme.
En el apartado técnico es magnífica la labor de Christophe Nuyens, el jefe de fotografía, quien ha hecho un gran trabajo no solo para descubrirnos la belleza de Bruselas, fundamentalmente en los alrededores del Atomium (un monumento que gusta muy poco a los belgas) sino también para traducir en imágenes los bajos fondos donde se mueven los delincuentes y retratar el estado anímico de los principales personajes, en especial el de Leo que se mueve entre el dolor y el arrepentimiento por no haber prestado más atención a su hijo.
Muy interesante, y autobiográfica, la sensación de estar fuera de lugar del protagonista, un español en Bruselas, al igual que le sucede al director, Giordano Gederlini, de origen chileno pero que está asentado en esa ciudad. Curiosa la elección de la actriz Marine Vatch para interpretar a la comandante de policía, metiéndose en la piel de una mujer atormentada muy alejada de papeles anteriores como Joven y bonita, donde se explotaba su frágil belleza.
Para: los que les guste el buen cine negro.