En Buenas manos es una “rara avis” dentro del cine puesto que, a pesar de ser una película de ficción, su contenido se asemeja a un docudrama alrededor de todas las personas que intervienen, y hacen posible, un proceso de adopción. Como ocurre en España, en Francia, país originario del film, hay más padres que esperan adoptar a un niño, sobre todo bebés, que menores disponibles.
La historia arranca cuando una adolescente llega a un hospital con síntomas de estar de parto e indica, desde el primer momento, que quiere hacerlo anónimamente, porque desea darlo en adopción. A partir de ahí, veremos como profesionales del campo sanitario y asistencial se mueven para que sea un proceso totalmente cristalino y que los padres adoptivos escogidos sean los idóneos. Paralelamente, se ofrecen imágenes de las entrevistas a las que son sometidos esos interesados, algunos de ellos desechados por demostrar claramente no ser idóneos.El nacimiento de cualquier ser humano debería ser una fiesta, de ahí que la parte triste de este film, desbordante de emociones, son los primeros momentos de la vida de ese niño que llega al mundo y no recibe ni una sola mirada de su madre biológica. La película muestra como ese bebé palpa esa falta de cariño. Pero, a partir de ahí, la preocupación de médicos, enfermeras, asistentes sociales y educadoras por su bienestar es encomiable, llegando el punto álgido cuando es entregado a un padre de acogida, que le demuestra un cariño excepcional.
Durante el metraje de la película, prácticamente todo el reparto es femenino, salvo el actor Gilles Lelouche, y apuesta por la conciliación doméstica, pero todo ello tratado de una forma amable, nunca combativa. Así, queda claro que, en el hogar de los padres de acogida, el varón es el que se ocupa del cuidado del bebé, porque realmente parece tener la mejor disposición para hacerlo. De hecho las escenas en las que aparece Gilles con el bebé son enternecedoras.
La elección de este actor, “fuerte y viril”, para encarnar a este padre de acogida perfecto fue porque según la directora, Jeanne Herry, “es un error presuponer que la ternura, la dulzura o la sensibilidad son cualidades femeninas”.
Para: los que apuesten por la bondad del ser humano y por la vida