Candidata por Francia a los Óscar en la categoría de Mejor película de habla no inglesa, donde competirá con la española La sociedad de la nieve, se desarrolla en el año 1885. En la cocina del famoso gourmet Dodin ha trabajado la bella Eugénie durante los últimos 20 años. Su buen hacer y la mutua admiración han derivado en una relación amorosa. No obstante, Eugénie nunca ha aceptado casarse con Dodin, hasta que algo extraordinario sucede: el chef decide cocinar personalmente para ella.
Se podría afirmar que esta cinta más que verse se paladea, porque nunca una película culinaria (y les puedo asegurar que casi podría hacerse un subgénero) había dedicado tanto tiempo a explicar la preparación de platos exquisitos, que requieren talento y pocas prisas. De ahí que el título español de A fuego lento sea super acertado pero, quizás, no hacía falta que el metraje fuera tan excesivo (145 minutos)
Pierre Gagnaire, calificado el mejor chef del mundo en 2015, es quien ha orquestado la visualidad de la comida y su preparación en sonidos, texturas y gestos, y una pareja de estrellas galas como son Juliette Binoche (Chocolat, El paciente inglés) y el tres veces ganador del Cesar Benoît Magimel (Pacifiction, Pequeñas mentiras sin importancia, La pianista) han seguido al pie de la letra sus indicaciones, por cómo los vemos moverse con el instrumental propio de la cocina. Que son dos grandes intérpretes se palpa en que saben transmitir, a través de la pantalla, ese amor que sienten por la perfección en la preparación de los platos, pero también en la complicidad romántica que les une en esta historia a los dos personajes, algo reseñable si tenemos en cuenta que, personalmente, llevaban años distanciados tras una relación personal que acabó mal. Fue el director de este filme, Tran Anh Hung, el que se la jugó y les volvió a reunir, sabiendo el riesgo que corría de que todo acabase en fracaso.
La película reivindica la cocina como trabajo pero, sobre todo, como un arte. Tanto es así que a veces parece más un documental que una película de ficción por el tiempo que le dedica. Cuenta con una puesta en escena preciosista que recrea los fogones del pasado siglo y la manera de tratar los alimentos, mientras que la impresionante fotografía de Jonathan Ricquebourg transmite la luz de esa época.
Para: los que les guste el cine francés que se toma su tiempo.