Julia, una joven de 22 años y madre de dos niños, se enamora de un chico conflictivo, Óscar. Pronto empieza a plantearse si es la persona que realmente necesita a su lado, lo que le llevará a emprender una búsqueda para lograr la felicidad de ella y de sus seres queridos
¿Qué le pedimos cada uno a la vida? ¿Cuáles son nuestros principales objetivos? ¿Las nuevas generaciones tienen otras prioridades? El cineasta Jaime Rosales intenta contestar a tales preguntas a través de esta historia.
Al igual que hizo en Hermosa Juventud (2014) el director apuesta por el realismo para describir unos personajes totalmente creíbles que ofrecen un retrato de una generación inmadura para su edad, en algunos casos alérgica al compromiso y, en otros, al sacrificio y la responsabilidad que comporta sacar adelante una familia. Así, siguiendo los pasos de Julia, conocemos los peligros de sumergirnos en una relación con una persona problemática o de tener relaciones sexuales cuando las hormonas están disparadas pero no se tiene ni la edad ni los medios económicos para salir adelante.
Anna Castillo hace un auténtico alarde de maestría en su interpretación, encarnando a una chica a quien las circunstancias han hecho fuerte a pesar de que sea incapaz de vivir sin pareja, de ahí que veamos su convivencia con el violento Óscar, su exmarido Marcos o su antiguo amigo Alex.
Rosales, uno de los directores españoles actuales que impregna más profundidad a sus películas, incluso se atreve con asuntos pocas veces afrontados en el cine, sea español o de fuera de nuestras fronteras, como el arrepentimiento o la petición de perdón cuando uno cree que ha obrado mal. Igualmente, hace un ejercicio contemplativo con la cámara para mostrar que Julia no se justifica por los errores pasados, los admite e intenta rectificar situando por encima de todo el bienestar de sus hijos.
En un drama familiar, y diríamos también urbano, como éste es interesante la apuesta de Rosales por la utilización de arias de ópera interpretadas por Luciano Pavarotti que emocionalmente funcionan. También es destacable que haya rodado una parte de la película en Melilla, la bella ciudad española amurallada que pocos compatriotas conocen y que debiera ser de visita obligatoria dada la España convulsa que tenemos.
Para: los que crean que hay directores españoles profundos.