Keith Gill  era un “influencer macarra” que ofrecía consejos bursátiles en redes sociales, que seguían al pie de la letra modestos inversores. En un momento dado apostó por la empresa GameStop (una popular tienda de videojuegos y electrónica) y la convirtió en uno de los mejores valores de Wall Street con lo que sus seguidores, y él mismo, empezaron a enriquecerse de la noche a la mañana. Pero, los multimillonarios no tardaron en contratacar, lo que dio lugar a una batalla financiera dentro de Wall Street, porque no podían aceptar que el que ellos denominaban “dinero de los tontos” acertase en un valor por una vez.  

En su publicidad “la venden” como la historia definitiva de David contra Goliat o, eso que gusta tanto a los estadounidenses, de la lucha del individuo contra el estado. El problema de este film, narrado a modo de comedia por lo disparatados que fueron los acontecimientos reales que describe, es que no están demasiado bien explicados, al menos para los que desconocen los mecanismos del funcionamiento de la Bolsa.

Basado en el libro La red antisocial del escritor Ben Mezrich (también autor de los libros que inspiraron La red social (2010). La película va narrando los hechos a través de los dos personajes reales que, de alguna manera, tuvieron un duelo no sé si definirlo como virtual o bursátil, el mencionado Keith Gill y Gabe Plotkin, director de Melvin Capital, un fondo de capital riesgo que perdió miles de millones en el entramado de ese juego que deja a la vista lo que resulta invisible para los profanos: que siempre hay algunas de las debilidades y oportunidades del sistema financiero, relatando la capacidad de unos cuantos individuos para subvertirlo.

La película incluye imágenes documentales de los personajes auténticos de la trama pero son totalmente ficticios los personajes que aparecen en la película de pequeños inversores que jugaron a seguir a Gill, es decir, la enfermera, la pareja de estudiantes lesbianas, incluso el vendedor de Game Stop. Son prototipos de gente del pueblo que podrían haber invertido en esta farsa virtual

Para: los espectadores a los que les gusten las películas de tramas financieras, que no hay demasiadas.