Desde La bruja (Robert Eggers, 2016) no habíamos contemplado una película tan aterradora. Hereditary es clara heredera de un clásico del género como La semilla del diablo (Roman Polanski, 1968) puesto que combina elementos de posible locura con otros satánicos.
Tras la muerte de la abuela, la familia Graham se ve amenazada con una presencia maligna que provoca sucesos sobrenaturales. La menor de la familia, una niña extraña en su comportamiento, es la más afectada, hasta que un golpe brutal de la vida hace más dramática la situación.
Dirigida y escrita por el debutante joven Ari Aster, el argumento es bastante redondo, salvo en su última media hora, donde popularmente diríamos que “se le va la pinza” desde el momento que pasa abruptamente de escenas sobrenaturales bastante creíbles (de ahí lo aterrador que resulta) a otras fantásticas demasiado oníricas y violentas. A pesar de ello, es una película reseñable dentro del género desde el momento en que explora las relaciones familiares dentro de una atmósfera asfixiante, donde hay secuencias alucinantes como cuando contemplamos esas maquetas en miniatura que esa madre sufridora (impresionante Toni Colette) construye de su desgarrada vida o las acciones tenebrosas de su hija menor, con un rostro rayando la monstruosidad, bien encarnada por Milly Shapiro.
Para. Los que les atraiga el género de terror, incluso cuando contiene elementos satánicos