Una verdadera heroína, eso es Sara, que tiene 22 años, madre soltera, muy trabajadora, y lucha por lo que ella denomina ser “una persona normal”, a pesar de que nunca lo ha tenido fácil, porque su padre, Manuel, es un ser irresponsable que nunca supo cuidarles.
Con una narración al estilo del denominado cine “verité” (verdad) francés, su gesta resulta creíble cien por cien y es posible, como nos confesaba personalmente la propia Greta, que “muchas chavalas se sientan identificadas con ella”. Porque lo que vemos en imágenes es la lucha de una chica de veintipocos años de cualquier extrarradio, que, obligada por las circunstancias, asume roles que nunca le hubiera tocado vivir debido a la cuestionable conducta de su progenitor (encarnado por el padre de Greta en la vida real, el famoso actor barcelonés Eduard Fernández).
Con esta ópera prima Belén Funes se hace un nombre entre esas nuevas directoras españolas que suplen con talento el escaso presupuesto de sus películas. Cuenta con una impecable actuación de Greta Fernández que le valió la Concha de Plata en el pasado Festival de San Sebastián. La película es un cúmulo de sutilezas porque nunca cae en el dramatismo, a pesar de que sus protagonistas son seres humanos que viven al día.
Para: los que les guste el cine español de historias mínimas pero creíbles.