La llegada a la Universidad de Dalton, el hijo mayor de la familia despertará recuerdos, que fueron olvidados para hacer más fácil la existencia, lo que supondrá el regreso de demonios del más allá que estuvieron a punto de arrancarle la vida.
Patrick Wilson (Josh Lambert) asume no sólo el coprotagonismo de este film sino también su dirección, donde hace un trabajo correcto cerrando todos los flecos abiertos en las dos primeras películas.
Muy efectista, funciona bien como película de género en su primera hora, abundando luego en lugares comunes y en imágenes explícitas que siempre bajan el nivel de este tipo de films sino están especialmente bien hechos. Lo mejor ese aterrizaje de Dalton en la Universidad, donde se hace una crítica a la frivolidad casi patética de algunas “fraternidades” y donde se encuentran las imágenes más inquietantes de la película.
De nuevo, como en las dos primeras entregas, los estrechos lazos de la familia serán decisivos para luchar contra cualquier peligro, en este caso fantasmas del pasado.
Se trata de la última entrega de esta saga que ha resultado muy taquillera.
Para: los que conozcan la saga y quieran ver hacia donde avanza la familia Lambert.