El ladrón Donnie Wilson decide aliarse con la mafia Pantera para cometer el robo de diamantes más audaz. Curiosamente, Nick O’Brien, el policía que le persiguió en el pasado, arruinado y tras un sonado divorcio decide cambiar de papel, y situarse fuera de la ley, uniéndose a su banda de delincuentes para dar juntos el golpe. Un atraco milimétricamente estudiado.
Empieza el año 2025 y ya tenemos la primera secuela de una película taquillera: Juego de Ladrones 2: Pantera, que nos presenta a dos personajes que ya conocimos en la primera entrega y cuyo contenido es más de lo mismo: mucha acción, adrenalina y gotas de suspense.
Porque si algo abunda en este film es la testosterona, ya que prácticamente, salvo la presencia de Evin Ahmad y Nazmiye Oral, todo son personajes masculinos que encarnan a un grupo de delincuentes que pertenecen a diferentes mafias y que van del gris al negro, en cuanto a sus intenciones, aquí aparentemente no hay blancos.
Como ocurría en la excelente película española de Jaume Balagueró, Way Down, para perpetrar el robo imposible a la central de diamantes más custodiada de Europa, situada en Amberes, los atracadores elegirán la fecha de la noche de un partido decisivo de fútbol para que los múltiples policías y miembros de seguridad, que custodian esa cámara acorazada, estén con la guardia baja y algo más despistados. Como en la película española, lo atractivo del film es la planificación y, sobre todo, la ejecución de ese robo, narrativamente filmado de forma ágil lo que se traduce en una película entretenida aunque no ofrezca demasiadas novedades argumentales. Se distancia de la película primigenia en que no pierde tiempo en describir la vida personal y sentimental de los personajes, salvo con unos efectivos y cortos trazos en el caso del policía. Es decir, todo parece indicar que el traumático divorcio de O’Brien ha sido el desencadenante para pasar de cazador a gánster sin solución de continuidad.
Con dirección y guión de Christian Gudegast, también artífice de la primera entrega de Juego de ladrones o de Objetivo: Londres, uno de los ganchos del largometraje es ver de nuevo en pantalla a Gerard Butler (inolvidable en 300), consolidado como uno de los actores de acción más famosos de la actualidad, que en esta ocasión también ejerce de productor. Lo que nos habla de la buena sintonía con Gudegast.
La película, además del atraco, cuenta con fantásticas persecuciones en carreteras llenas de curvas, con coches de alta gama que harán las delicias de los aficionados. Aunque parece que simulan que estas se desarrollan en la Costa Azul, en los alrededores de Niza, realmente todas las localizaciones exteriores de la película se rodaron en la isla de Tenerife,
Para: los que les gusten los filmes de acción de trama sencilla.