Si no conocen sus películas, apunten el nombre del cineasta japonés Yoji Yamada, porque es, sin duda, uno de los directores que nos ha brindado en los últimos años verdaderas obras maestras. Y, por favor, no se asusten porque sea nipón porque sus historias humanas abordan siempre temas universales.
Narrada en tres épocas diferentes que nos llevan desde el alegre Japón del año 1935 hasta los tiempos actuales, la protagonista es una campesina que trabajó como criada de una familia, antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, en una de las viviendas más bonitas de Tokio: una casa con tejado rojo. A través de esa muchacha, muy apreciada por sus amos, descubriremos amores prohibidos en lo que constituye un magnífico recorrido por la Historia de Japón del pasado s. XX. Hablamos de un largometraje que pudiera definirse como una historia de secretos de familia.
Inspirado en el bestseller de Kyoko Nakajima, titulado Chiisai ouchi, este filme está relatado con una elegancia que apabulla, afronta cualquier asunto (incluso los más espinosos) desde la sutileza y utiliza la elipsis de forma magistral.
Es cierto que para el espectador occidental medio, acostumbrado al movimiento de cámara continúo, La casa del tejado rojo le puede desconcertar, puesto que se toma su tiempo en detalles y, en algunos momentos raya la sensiblería debido a cómo encara formalismos sociales propios de la sociedad japonesa, pero a los muchísimos admiradores de Yamada les va a seguir encandilando esta nueva radiografía de la vida de las familias burguesas japonesas y sus "pecados".
No se puede afirmar que este melodrama resulte tan magistral como otras películas anteriores de Yamada como El ocaso del samurái o Love & Honor, pero como en éstas encontrarán los mismos mensajes sobre la lealtad, el respeto, el amor etc… es decir, cine elegante, CINE CON MAYUSCULAS
Para: Los que crean que se puede contar cualquier asunto con sutileza