La prueba más dura que se les presenta a Cesar y Arthur, amigos desde la infancia, es cuando a uno de ellos le diagnostican un cáncer terminal que acabará con su vida en tres meses pero, por un malentendido, el afectado cree que el realmente enfermo es su compañero de la niñez, un hombre separado y algo retraído. Eso le llevará a decidir organizarle experiencias inolvidables, que su amigo nunca se hubiera atrevido a experimentar.
Cada cierto tiempo se estrenan comedias que juegan con los contrastes que ofrecen una pareja de amigos en su comportamiento y su forma de vivir. A los aficionados al cine clásico les vendrá a la memoria la que formaban los inolvidables Walter Mattau y Jack Lemmon. No hace falta aclarar que esta fórmula funciona si lo dos intérpretes actúan “de lujo”, algo que también ocurre en Lo mejor está por llegar, una película francesa donde se lucen los actores en sus respectivos roles: Federico Luchini y el polifacético Patrick Bruel, conocido cantante, compositor, intérprete y jugador profesional de póker.
El cine es la industria de los sueños. De ahí que se repitan estereotipos falsos que se aceptan de buen grado cuando se contemplan en pantalla aunque nunca resultarían aceptables en la vida real. Así, el amigo golferas, del que la mayoría acabaríamos hartos por su falta de seriedad y caradura, es aquí “el rey de la pista”, el que nos hace soltar carcajadas con sus continuas ocurrencias.
Los directores Alexandre de la Patellière y Matthieu Delaporte artífices de la ingeniosa comedia El nombre, también protagonizada por Patrick Bruel, han tardado siete años en repetir la experiencia de colaborar juntos y realizar una comedia de diálogos, basándose en su experiencia y su vida cotidiana.
Si van buscando algo más que pasar un rato divertido, en Lo mejor está por llegar de forma humorística, pero tácitamente, se incide en la importancia del legado personal que cada individuo deja en el mundo.
Para: los que les guste el cine francés y las comedias dramáticas optimistas.