La acción se desarrolla en Los Ángeles en el año 1939. Philip Marlowe, que se encuentra en un momento poco boyante de su carrera, es contratado para encontrar al ex amante de una glamurosa heredera, hija de una veterana estrella de cine. Pero esa desaparición desentierra una “caja de truenos” y de mentiras que sumergirán a Marlowe en una investigación muy peligrosa, donde todos los implicados esconden algo.

El actor Liam Neeson se une a la lista de intérpretes famosos de la Historia del cine (Dick Powell, Humphrey Bogart, James Garner o Robert Mitchum) que han interpretado a Philip Marlowe, el detective creado por el escritor estadounidense Raymond Chandler hace casi 90 años. Pero, curiosamente, esta nueva revisitación está basada en novela “The Black Eyed Blonde (La rubia de ojos negros)”, escrita por John Banville quien, por encargo de  los herederos de  Chandler, resucitó al legendario detective.

Thriller policiaco negrísimo: los primeros 45 minutos de la película son tremendamente agotadores por una profusión de diálogos y de personajes que complican muchísimo la trama. Poco a poco observamos que, en este relato, no hay uno sino varios Macguffin, ese término que puso de moda Alfred Hitchcok para designar un elemento de suspense que hace que los personajes avancen en la trama y que, al final, se desvela que no es tan relevante en la historia. Igualmente, se nota la influencia argumental de películas tan célebres como El halcón maltés, de John Huston, basada en la novela de otro escritor del pasado siglo XX; Dashiell Hammett.

Que detrás de la cámara se encuentre el veterano cineasta Neil Jordan, responsable de películas tan famosas como Entrevista con el vampiro, Mona Lisa o Michael Collins justifica que en Marlowe se haya rodeado de un plantel de estrellas famosas que confían en él porque, además de Liam Neeson, están Diane Kruger y Jessica Lange o Danny Houston. Su trabajo es lo mejor de este film que va a trompicones en su desarrollo, aunque la atmósfera es adecuada  del género, donde abundan los tiroteos, los “tugurios”, las mujeres fatales, y donde, de nuevo, el dinero y los que lo poseen corrompen la sociedad, todo ello en los albores de la Segunda Guerra Mundial, con la amenazante irrupción del Nazismo. 

Como anécdota, la película, a pesar de estar ambientada en la ciudad de Los Ángeles de finales de los años 30, tiene acento español porque se rodó en los alrededores de Barcelona.

Para: los que les guste el personaje imaginado por Raymond Chandler y hayan visto las versiones cinematográficas anteriores.