Thomas Hutter, un agente inmobiliario que acaba de contraer matrimonio, acude a Transilvania para conocer al conde Orlok, interesado en comprar una vivienda en la población Wisburg, donde se ha quedado Helen, la esposa de Hutter, una joven atormentada desde la infancia por terribles pesadillas, que se acrecientan en ausencia de su marido.
Nueva revisión del mito terrorífico del vampiro, visto ahora por el director Robert Eggers, siempre interesado por el género de terror, anteriormente dirigió La bruja y El faro. Tiene más influencias de la película clásica de Murnau, Nosferatu, que de la novela de Bram Stoker, Drácula, publicada en 1897. Como en el Nosferatu (1922) original, se trata de un cuento gótico, de un romanticismo extremo, que aborda el enamoramiento de un aterrador vampiro por una joven obsesionada con la muerte y también, de alguna forma, con el mal, y que hace una advertencia sobre el llamamiento a seres oscuros, aquí no hay “ouija” pero como si lo hubiera.
La película, con escenas de gran sordidez, tiene consistencia por la lucha del joven Thomas por salvar a la mujer que ama, sabiendo la dificultad que conlleva al enfrentarse a un ser maléfico poderoso. A diferencia del relato de Stoker, aquí el vampiro no convierte en vampiro a la gente a la que muerde, sino que los mata o los pone al borde de la muerte, en el caso de Thomas. Por ello en esta cinta la figura de Nosferatu va unida a la peste y a las ratas, algo que vemos en el barco que transporta su cuerpo hasta Wisburg (la ciudad ficticia donde habitan los protagonistas) y cuando este navío encalla en el puerto de la población y la sume en el caos.
Argumentalmente se distancia de películas anteriores sobre el conocido vampiro porque presta especial atención a la figura de Helen, esa joven que vive con un miedo creciente en su interior porque se enfrenta a una fuerza que no puede controlar. Magnífica la actuación de Lily-Rose Depp y del resto del reparto: Bill Skarsgård, que interpreta al malvado vampiro, Nicholas Hoult, Aaron Taylor-Johnson, Emma Corrin, Ralph Ineson, Simon McBurney y Willem Dafoe. También encomiable el tema técnico donde Eggers ha contado con su equipo habitual, todos excelentes profesionales. Merece la pena destacar especialmente a dos: el diseñador de producción Craig Lathrop, y el director de fotografía Jarin Blaschke. Este último le ha dado a la película el toque de sombras de la película de Murnau para crear el estilo visual. Entre sus retos se encontró el rodar a la pálida luz de la luna.
Para: los que les gusten los films terroríficos.