En un principio la película Ocho apellidos marroquíes se iba a titular Casi familia, pero su director Álvaro Fernández Armero tenía claro que iba a ser una tercera parte de la taquillera saga Ocho apellidos, porque había que aprovecharse del filón que supuso Ocho apellidos vascos, del grupo audiovisual Mediaset, que es la segunda película más taquillera de la Historia del cine de nuestro país, puesto que recaudó más de 55 millones de euros.

Esta tercera entrega llega a las salas de cine con diferente director, guionista e intérpretes, pero con el mismo espíritu de comedia “buenista”, que ahora se desarrolla en Marruecos.

Carmen, que acaba de quedarse viuda, desea cumplir la última voluntad de José María, su marido, que le pide recuperar el ‘Sardinete’, el primer pesquero de su flota, que se encuentra amarrado en un puerto marroquí. En este viaje,  desde Cantabria, le acompañan su hija Begoña y el ex marido de ésta, que sigue enamorado de ella y quiere recuperar su amor. Pero cuando llegan a Marruecos descubren que el secreto del fallecido se llama Hamida.

El director Álvaro Fernández Armero ha confesado que desde el principio tenía claro el ADN de  la película que estaba rodando. De ahí que se intenten repetir los elementos que convirtieron a Ocho apellidos vascos y su secuela, Ocho apellidos catalanes, en grandes éxitos de taquilla. Si en las dos primeras entregas hablábamos de los prejuicios entre ciudadanos de distintas comunidades españolas, ahora inciden en la mala imagen que tenemos de los ciudadanos de Marruecos. Si hablábamos de diferentes formas de vida (entre el norte y sur de España) ahora es todo un choque de culturas, a lo que se añade una crítica al machismo.

Pero la saga empieza a notar cansancio  y se palpa el cambio de guionistas. Si en las dos primeras eran Borja Cobeaga y Diego San José, ahora toma el testigo Daniel Castro (El mejor verano de mi vida) que no consigue provocar la carcajada de algunas situaciones que se producían en la película original y aporta pocos gags realmente graciosos. De ahí que estemos ante una comedia romántica olvidable, plagada de clichés, que no está al nivel de la divertida primera entrega de Ocho apellidos vascos, con frases que mucha gente recuerda por su ingenio y comicidad. Y eso que la película cuenta con una cuidada puesta en escena, vestuario, fotografía y, fundamentalmente, un excelente reparto que une talentos jóvenes como el de Michelle Jenner al de la veterana Elena Irureta (siempre recordada por su magistral interpretación de Bitori en la serie televisiva Patria), que aquí encarna a una mujer madura clasista, pero de buen corazón, a quien su difunto marido ha preparado la aventura vital que nunca imaginó.

Para: los que quieran ver una comedia plagada de tópicos donde todo el mundo es bueno.