El agente del MI6, Orson Fortune, y su eficiente equipo fichan, a su pesar, a Danny Francesco, una popular estrella de cine de Hollywood para que colabore con ellos en una misión para rastrear y detener la venta de nuevas tecnologías de armas mortales a manos del multimillonario Greg Simmonds, un admirador de la estrella.
Algunos directores tienen una trayectoria con un sello distintivo, en el caso del británico Guy Ritchie (The Gentlemen: Los señores de la mafia y Operación U.N.C.L.E) suele realizar películas de intriga criminal donde mezcla humor y acción. Ahora lo hace acompañado de un elenco de campanillas con actores tan conocidos como Jason Statham, Hugh Grant y Josh Harnett.
Sin pretensiones más que de entretener, y como es usual en sus títulos más populares, en el universo de Ritchie abundan los personajes bien descritos (es todo un descubrimiento la vis cómica de Josh Harnett haciendo de actor florero-tonto), las escenas de acción donde abundan las persecuciones sin fin y, en general, “esas fantasmadas” que tanto les divierten a los seguidores del británico cuando se pone a hacer películas divertidas, y ésta lo es. Repiten con el cineasta actores como Jason Statham o Hught Grant, al que le va muchísimo interpretar a un villano cruel pero simpático, mientras la película nos hace viajar de un lado a otro del planeta con una facilidad pasmosa. También aparece en la pantalla Cary Elwess, el inolvidable héroe Westley en la maravillosa película de aventuras La princesa prometida.
Como pretende atraer a público de toda condición, también ha contado con una estrella emergente como es Aubrey Plaza, que resulta ser una gran actriz, a la par que atractiva. Al igual que en otras películas anteriores se nota la influencia del cine de Quentin Tarantino, aunque la violencia de Operación Fortune: El gran engaño nunca llega al río, y es más bien una película de trileros graciosos embarcados en una misión casi imposible. El uso de temas alegres, en la banda sonora, aporta una frescura y, al mismo tiempo, funciona muy bien en las escenas de luchas y puñetazos. Ha sido responsabilidad de un habitual colaborador suyo en esa parcela, el compositor Christopher Benstead, ganador de un Óscar por su trabajo en Gravity, mientras que los guionistas Ivan Atkinson y Marn Davies no defraudan porque han elaborado unos diálogos que tienen mucha “chispa”, dentro de una trama rápida donde no hay hueco para el aburrimiento.
Al final lo que asombra de esta película es que, con tantos acontecimientos y un reparto coral tan amplio, el objetivo en sí de la misión casi se diluye en el argumento, es como los MacGuffin de Alfred Hitchock, hacen avanzar la trama pero, finalmente, no son tan importantes. Es una mera excusa, en este largometraje, para que pasemos un rato muy divertido.
Para: Los que vayan al cine a ver películas entretenidas pero olvidables.