30 de marzo de 1924, en Beechwood (Inglaterra), el aristócrata matrimonio Niven, cuyos hijos murieron en la guerra, prepara una comida para celebrar el Día de la Madre y el compromiso de Paul el hijo de sus vecinos, con Emma Hobday, una chica de abolengo. Los Niven han dado el día libre a su joven criada, Jane, quien durante siete años ha sido la amante de Paul.
El sentimiento de pérdida y los traumas familiares que sufrieron las familias tras la muerte de sus hijos en la Primera Guerra Mundial está en el ADN de este drama británico que, en ese su mejor aspecto, recuerda una de las mejores novelas publicadas en el siglo XX: “Testamento de juventud”, de Vera Britain.
Con la impecable y preciosista factura visual de las películas británicas, donde en la puesta en escena está cuidado hasta el mínimo detalle, se trata de la traslación al cine de la novela homónima de Graham Swift editada en España con el título “El domingo de las madres”. Una obra que, como la famosa serie televisiva Downton Abbey, refleja muy bien el abismo, en aquella época, entre las diferentes clases sociales y la celebración de matrimonios de conveniencia por intereses creados.
De ritmo lento, la película tiene un contenido esperanzador desde el momento que descubre que el talento natural para la literatura solo necesita el cauce adecuado si surge entre personas de clase social humilde.
El dolor está presente en este film bien resumido en la frase que la señora Niven le dice a su criada: “No tienes familia, no tienes nada que perder y eso es un don que tienes que aprender a usar”. Desconociendo que en la joven quiere al joven Paul, a pesar de comprender que se trata de un amor imposible.
Con unas impecables actuaciones, asombra encontrar en el reparto a la octogenaria actriz Glenda Jackson, mientras que agrada contemplar que reúne de nuevo a Olivia Colman y Josh O'Connor, que habían trabajado juntos previamente al interpretar a la reina Isabel II y a su hijo, el príncipe Carlos, en la aclamada serie The Crown (2016).
Sin menospreciar sus aciertos, la película abusa y se recrea demasiado tiempo en los desnudos innecesarios de la pareja protagonista y en las escenas de relaciones sexuales.
Para: los que les guste el cine británico y no les importe el abuso de desnudos innecesarios que recuerda la época del destape en España.