Historia real de Nevenka Fernández, de 24 años y concejala de Hacienda en el Ayuntamiento de Ponferrada, quien sufrió, en el año 2000, una persecución tanto en lo sentimental como en lo profesional por parte del alcalde de la Corporación, miembro de su grupo municipal. Al denunciarlo se vio envuelta en un caso mediático donde sufrió un juicio público al llevar por primera vez a un político influyente y popular ante los tribunales por acoso sexual y laboral.

Se considera el primer caso en España de una condena a un político por acoso sexual. La solvente Icíar Bollaín traslada a imágenes esta historia. El tema de la violencia de sexos es un asunto que interesa a esta directora, si tenemos en cuenta que ya lo abordó en el 2003 en Te doy mis ojos. Como en aquella, sabe describir con el pulso adecuado lo que supone el sometimiento de un ser humano a otro, cosificándole como si fuera propiedad suya. Las imágenes que vemos en pantalla calan porque aquí el poder político se utilizó para amedrentar no sólo a una joven inexperta sino también a todo su entorno y, lo que es más grave, el silencio cómplice que encontró Nevenka en su grupo parlamentario para no perder las prebendas asociadas con el cargo de concejales del Consistorio.

Icíar Bollaín es buena directora de actores, de ahí que una historia basada en la veracidad de las interpretaciones era fundamental. A este respecto están fantásticos y convincentes en sus papeles Mireia Oriol y Urko Olazabal. La primera aportando los registros necesarios de una mujer que pasó por los estados en una situación crítica de acoso como la ansiedad, miedo y el nerviosismo propio de una situación que se escapa de las manos. En cuanto a Urko, está  super creíble encarnando a un hombre prepotente convencido de que era inamovible del poder y que no tenía límites en su desempeño. Un “monstruo” cotidiano con piel de político popular, pero en sus tareas muy chanchullero.

Para: los que les interesen las historias reales ocurridas en España.