Una foto colgada en un restaurante de Calpe, en la que se veía a un grupo de hombres, con uniformes de las SS, comiendo paella, fue la semilla de la que tiró Oscar Aibar para escribir este thriller policiaco.
El protagonista es un joven inspector de policía, destinado en Denia, y curtido en las calles más duras de Madrid que empezará a sospechar que “algo podrido” se cuece en ese pueblo de mar. Con la complicidad de una doctora ambiciosa y la ayuda de un veterano pero desencantado compañero, irá tirando de hilos hasta descubrir que algunos vecinos alemanes son antiguos nazis, reclamados por sus crímenes.
Desde luego a cualquier interesado en la Historia le atrae el argumento de este film, que se desliza bien pero que podría haber estado más afinado si no se reiterara la afición del inspector por el alcohol, el actor Ricardo Gómez se pasa toda la película haciendo levantamiento de “vidrio” y, sobre todo, si no tuviera carga ideológica. Porque el director no sólo se limita a denunciar el probable consentimiento del régimen franquista en proteger a esos nazis buscados por crímenes a la humanidad, tras la Segunda Guerra Mundial,y asentados en el Levante español, sino que, además, no es nada sútil al defender con diálogos e imágenes que los cambios y la democracia llegaron a España cuando subieron al poder los socialistas, con Felipe González, tras las elecciones de octubre de 1982. Al parecer los protagonistas de la Transición española no hicieron nada. La Historia contada a medias.
Cuando en la película pone inspirada en hechos reales se refiere al tema de los nazis, el resto es una ficción. ¡Ah!, la fiesta que se describe no es exagerada, iban vestidos así en el cumpleaños de Hitler…
Para: los que les interese la historia de los nazis asentados en España.