Otra película sobre el Holocausto pero lo aborda de una forma tan original y cuenta con unas actuaciones tan magistrales de Stephen Fry y Lena Dunham (ambos polifacéticos porque son actores, directores y guionistas), que es muy fácil entrar en esta historia que se desliza de forma admirable
“No hay viaje familiar sin algún bache”. Esta frase aparece en el cartel de esta comedia dramática, que explora las relaciones entre un padre y su hija, cuando ella se empeña en realizar un viaje a Polonia, en busca de sus raíces, algo que no agradará a su progenitor, que pondrá todo tipo excusas, por los desgraciados recuerdos que vuelven a su mente.
Dirigida por la alemana Julia Von Heinz, vuelve a bucear en una de las partes más desagradables del Holocausto: el silencio cómplice y la amoralidad de muchos ciudadanos que se aprovecharon de la desgracia ajena, en este caso de los judíos, y no tuvieron ningún remordimiento en quedarse con sus bienes (este año lo hemos visto también en la durísima pero sutil "La zona de interés"). Aquí es impresionante la bajeza moral de haber guardado enseres del hogar y hasta el abrigo del abuelo de la protagonista sabiendo perfectamente a quien pertenecían. Y, lógicamente, recuerda las consecuencias psicológicas con las que vivieron los supervivientes de los campos de exterminio nazi y que, sin pretenderlo, repercutieron en sus vástagos.
Se trata del tercer filme de la denominada “Trilogía de las secuelas”, donde Julia von Heinz examina el legado del pasado nazi de Alemania, tras ‘El viaje de Hannah’, de 2013, y su posterior obra ‘Y mañana el mundo entero’, de 2020.
La película está basada en la novela "Too many men” (Demasiados hombres), de la escritora neoyorquina Lily Brett que nació en el campo de prisioneros de guerra de Feldafing, en Baviera. Ahí fueron llevados miles de judíos polacos y húngaros tras ser evacuados de los campos de exterminio de Auschwitz-Birkenau y Dachau por el ejército estadounidense
Para: los que quieran ver una película que merece la pena.