Cuatro ladrones mueren en una explosión en Chicago, tras perpetrar un robo. Sus mujeres, ahora viudas y que apenas se conocen, son amenazadas porque deben pagar la deuda acarreada por sus difuntos maridos. Para liberarse de ella planearán un atraco perfecto.
El director Steve McQueen, ganador del Oscar por su cinta 12 años de esclavitud, se basó en una magnífica miniserie británica del año 1983, escrita por Lynda La Plante, para poner en marcha un largometraje que sitúa en el mundo delictivo a cuatro mujeres que han tenido vidas difíciles. Procedentes de diferentes estamentos social, económico y racial, estas féminas dejan atrás su presunta vulnerabilidad cuando unen sus fuerzas y toman las riendas de sus vidas. Se trata de un film feminista, porque todos los hombres que vemos en la pantalla dejan mucho que desear en su comportamiento ético, incluso los que aparentemente parecían buenos tipos. No hay excepciones.
Algo alambicada en argumento, pero siempre entendible, como otras películas de McQueen, el metraje es algo excesivo (129 minutos) y, de hecho, alguna secuencia donde aparecen Colin Farrell y Liam Neeson podría haberse reducido al mínimo sin que el argumento se hubiera resentido en absoluto. Porque desde el primer minuto por las que se siente empatía es por esas mujeres que cargan una mochila emocional complicada, donde destaca tanto el personaje de Verónica (Viola Davis), una profesora de color que ha sufrido por casarse con un hombre blanco, y Alice (Elizabeth Debicki) para quien su despampanante belleza ha sido un arma de doble filo…
Con estos dos personajes, y sus compañeras, McQueen junto con la guionista Gillian Flynn (Perdida) ha construido una gran historia donde la preparación de un atraco es una mera excusa para plasmar sus opiniones sobre “la política, la religión, las clases, la raza, la delincuencia y el luto, y ver mi ciudad (Chicago) y revertirla cual telescopio para mirar al mundo”.
Para: adultos que les gusten las películas de atracos con dramatismo extremo