El mundo de la educación y, por ende, de los buenos profesores ha sido reflejado en el cine en películas geniales tan diferentes como El club de los poetas muertos o My Fair Lady. En un tono más cinéfilo, pero muy actualizado, es la historia de Una razón brillante.
Neïla Salah es una joven del extrarradio parisino que sueña con ser abogada. Logra entrar la Facultad de Derecho más importante de París, pero el primer día de clase, tiene un “encontronazo” con Pierre Mazard, un profesor cínico y polémico. Denunciado por su actitud, y ante la amenaza de un expediente disciplinario, el rector obliga al docente a “enmendarse” preparando a la joven a un concurso de oratoria a nivel nacional. Los prejuicios entre ambos, profesor y alumna, será el escollo más difícil de superar…
A nivel cinematográfico lo fundamental en este drama educativo era encontrar a los actores sobre cuya actuación reposara todo el desarrollo; lo resolvieron con el siempre eficiente y veterano intérprete Daniel Auteuil y una joven promesa, Camélia Jordania, que por este papel ha obtenido el premio César a la mejor actriz revelación. No puede negarse que este film posee una estructura narrativa clásica, donde aventuramos su desenlace, pero lo agradable es descubrir la personalidad de dos seres humanos tan alejados que encuentran su punto en común en un asunto tan básico como el afán de superación.
La película resulta graciosa cuando el profesor le impulsa a lanzarse a hablar en público con tácticas “sui generis” y se desliza muy bien cuando describe el ambiente en el que habita la muchacha, donde se manifiesta que ella es una de las pocas inmigrantes de segunda generación capaces de intentar salir de su situación precaria y acceder al mundo universitario gracias a su esfuerzo personal.
Para: Los que crean que una buena educación abre las mentes y puede lograr hacer un mundo mejor