Más de lo mismo. Así hemos comenzado el curso político y económico. Hemos tomado al pulso a la negociación de Gobierno que no ha hecho más que empezar a pesar de que llevamos meses hablando de ella. Intolerable el bucle del Brexit por capítulos que se ha transformado en un culebrón que no tiene pies ni cabeza. Ahora, Boris Johnson dice que prefiere estar muerto en una zanja que negociar con Bruselas….y en la actualidad se cuela la queja de los editores de libros porque aseguran que tienen que poner negro sobre blanco lo que les dicen los gobierno autonómicos y no lo que dicta la ciencia en todas sus disciplinas. Si los editores denuncian presiones sobre los contenidos educativos, tiene que ser verdad, si ven que las autonomías intentan “colar sus caprichos” por encima de la realidad histórica, geográfica o cultural, tiene que ser cierto.
Pero volviendo a la intentona de formar Gobierno, si es que realmente existe, se sentaron los negociadores de Unidas Podemos y del PSOE y lo hicieron durante mucho tiempo….exactamente cuatro horas y cuarenta minutos. El balance publicado de este encuentro constata que por horas no será pero de resultados….nada de nada. Lo que si es cierto es que si finalmente sale adelante el programa de las 370 medidas hay que apuntar el diagnóstico de CEOE: “se agudizará la recesión”.
El departamento que dirige Calviño ha publicado una actualización de los indicadores económicos que considera más relevantes y casi el 60% de ellos se encuentran en desaceleración
Los empresarios se quejan de que Pedro Sánchez no ha tenido en cuenta su sensibilidad ni, en especial, los avisos que han lanzado durante las últimas semanas sobre las consecuencias que podría ocasionar una política fiscal y laboral equivocada en un momento en el que confluyen circunstancias críticas y globales que amenazan a la economía española. Es decir, que desde Diego de León se insiste en advertir de las dificultades a las que se verán expuestos los empresarios en los próximos meses como consecuencia, por un lado, de la previsible desaceleración económica en los principales países de la Eurozona, por otro, del Brexit –especialmente, si se opta por la separación ‘dura’- y, por otro, de la guerra comercial entre Estados Unidos y China que podría afectar a la actividad del tejido productivo español.
A un diagnóstico patrio, se suma el del BCE que asegura, anoten, que España no tiene margen para aumentar gasto, ni bajar impuestos. Es decir, que no valen ni las recetas de la izquierda ni las de la derecha.
Mientras tanto, Nadia Calviño defiende la solidez de la economía española a pesar de los indicios de ralentización. La ministra de Economía en funciones explica que el crecimiento de la economía española seguirá cercano al 2% el año que viene. Calviño habla de robustez cuando se refiere a la economía de España en un contexto de elevada incertidumbre internacional y lo hacía un día después de que la afiliación a la Seguridad Social arrojase la pérdida de 212.000 trabajadores, el peor dato en un mes de agosto desde 2008.
Los empresarios se quejan de que Pedro Sánchez no ha tenido en cuenta los avisos que han lanzado durante las últimas semanas sobre las consecuencias que podría ocasionar una política fiscal y laboral equivocada
El Gobierno tiene recogida en sus previsiones para el año que viene un crecimiento del 1,9%. Es decir, básicamente mantiene sus pronósticos a pesar de la desaceleración exterior y de que empiezan a plasmarse negro sobre blanco registros que muestran una mayor debilidad. Son los propios indicadores publicados por el Ministerio de Economía los que reflejan que somos cada vez más vulnerables. El departamento que dirige Calviño ha publicado una actualización de los indicadores económicos que considera más relevantes y casi el 60% de ellos se encuentran en desaceleración. Entre ellos figuran los más globales de crecimiento económico y creación de empleo, pero también los significativos de consumo de energía eléctrica, matriculación de automóviles o confianza del consumidor.
Y quiero acabar, no puedo dejarlo de lado, con el impuesto por tener un perro en la familia, que tendrán que pagar sus dueños si viven en Zamora. Nueve euros, en concreto. El objetivo, según el ayuntamiento de Izquierda Unida, es aliviar la carga que supone para el contribuyente los gastos en bienestar animal. Es decir, cobrar por recoger las ‘cacas’ y mantener limpias aceras, parques y jardines de nuestros pueblos y ciudades algo harto difícil si echamos un vistazo, los que tenemos perro y los que no, a nuestro alrededor en cuanto ponemos un pie en la calle.
El BCE que asegura que España no tiene margen para aumentar gasto ni para bajar impuestos. Es decir, que no valen ni las recetas de la izquierda ni las de la derecha.
Precisar que Zamora es la primera capital de provincia en impones esta tasa. Ya lo hicieron antes municipios pioneros como Mejorada del Campo, donde desde 2013 se recaudan 10 euros por perro (entre 90 y 180 euros de multa), o Fresnedillas de la Oliva, entre 15 y 40 dependiendo de la raza.
Pero lo que está claro, más allá de lo acertado o no de este medida, es que la tasa a los perros demuestra que, cuando la necesidad aprieta, la inventiva de los ayuntamientos no tiene límites.