Los ERTE por la pandemia continuarán hasta septiembre. Después de unas largas negociaciones que han durado casi dos semanas, Gobierno y agentes sociales cierran un acuerdo que extiende los expedientes hasta después del verano. Límite hasta el que estaba dispuesta a ceder Yolanda Díaz para los ERTE por fuerza mayor, los asociados a la pandemia y, de ahí, no ha pasado.
Hay sectores, como el turismo, que han reclamado al Ejecutivo de Sánchez que alargaran esta figura laboral hasta final de año, debido a que el verano no será suficiente para recuperar sus ingresos. Por ahora, no atenderán sus razones, bien justificadas, aunque la ministra no descartan estudiarlo cuando se acerque el final de esta nueva prórroga.
El acuerdo establece que las empresas que están actualmente en ERTE por fuerza mayor total pasarán a un "ERTE de transición" hasta el 30 de septiembre. Dentro de ellas, las que cuentan con menos de 50 trabajadores tendrán una exoneración "decreciente" en las cotizaciones de sus empleados del 70%, 60% y 35% en julio, agosto y septiembre, respectivamente. Es decir, empezarán a pagar impuestos. Para las empresas de 50 y más trabajadores, las exoneraciones pasarían a ser del 50%, 40% y 25%, en julio, agosto y septiembre, respectivamente. También, más de lo que pagaban ahora.
En España, un 24% de la fuerza laboral está ahora mismo en expediente de regulación temporal. Hablamos de cuatro millones de personas
La verdad es que era impensable que no se llegara a un acuerdo porque nos íbamos a encontrar, la semana que viene, con un verdadero problema en la mayoría de las empresas.
El acuerdo por sí es bueno, pero hay cosas que no lo son tanto. Por ejemplo, que es tan temporal como los propios ERTE porque es de aquí a septiembre y, en septiembre vamos a volver a la misma situación. Es decir, que habrá que empezar a negociar una próxima extensión. Mucho me temo que la crisis económica no se va a cerrar una vez acabe el verano. Ya nos gustaría. Y si no que se lo pregunten a Kristalina Georgieva, responsable del FMI, o al mismísimo Banco de España
Además, no hay que perder de vista el contexto. Los ERTE son el mecanismo más eficaz que los europeos hemos puesto en marcha para ayudar a las empresas a sostener a los empleados aunque no haya trabajo y aunque esté el negocio cerrado.
Un dato. En España, un 24% de la fuerza laboral está ahora mismo en expediente de regulación temporal. Hablamos de cuatro millones de personas, pero que son la mitad de los que están protegidos por estos mismos expedientes en Italia o en Francia.
Es decir, España es más tacaña, el Gobierno es poco generoso porque está ofreciendo menos y por menos tiempo que sus socios europeos. Así que, y a pesar de que el acuerdo es bienvenido, es insuficiente.
Y esto lo saben los agentes sociales, empresarios y sindicatos, que se lo han intentado explicar a la ministra, una labor especialmente complicada que han asumido CCOO y UGT y que finalmente se han tenido que conformar con lo que hay. Pan para hoy hambre para mañana
Ya se sabe que los ERTE cuestan dinero y que España tiene poco, muy poco sobre todo para las empresas que siguen siendo sospechosas.
En Alemania, por ejemplo, dan subvenciones directas a las empresas son a fondo perdido para que se recapitalicen, para que no cierren. Son ayudas de solvencia que están aprobadas en el marco transitorio de la Unión Europea. Son ayudas de estado que se permiten para que puedan sobrevivir y no se destruyan puestos de trabajo.
El problema que tiene España en esta crisis es que ha gastado mucho y mal, y el margen que podíamos tener para poder enfrentarnos a situaciones imprevistas como ésta, se ha dilapidado
El coste de los ERTE en nuestro país es aproximadamente de 20.000 millones de euros, hasta ahora. Con la ampliación habría que sumar otros 9.000 millones. Por lo bajo, no vamos hasta cerca de 30.000. Hay que recordar, en este sentido, que en esta negociación ha habido quienes han salido en la foto, como los ministros de seguridad social y trabajo, los sindicatos y la patronal, y otros responsables del Gobierno que ha estado en al pie del cañón, que no han posado ante los fotógrafos pero que han puesto el marco a la imagen final, es decir, el límite de dinero que se puede gastar y que son Hacienda y Economía
Evidentemente España está en una situación financiera muchísimo peor que Francia, que Alemania y…aunque Italia tiene una deuda pública mayor que la española, es una deuda pública que está en manos de nacionales, en su mayor parte, y no en manos extranjeras como ocurre con más de la mitad de la deuda pública de nuestro país. Además, Italia ha ido reduciendo el déficit en los últimos años.
Lo que quiero decir con esto es que, el problema que tiene España en esta crisis es que ha gastado mucho y mal. Vimos el año pasado como se disparaba de nuevo el déficit público mientras rozábamos el 100% de la deuda con respecto al PIB.
Así que, el margen financiero que podíamos tener para poder enfrentarnos a situaciones imprevistas como ésta, se ha dilapidado antes de tiempo.
Sin embargo, aunque España está ‘pelada’, no debemos olvidar que la Comisión Europea ha aprobado hace unas semanas el famoso Plan SURE dotado con 100.000 millones de euros y destinado, precisamente, a pagar los ERTE. A este Plan se une otro tipo de financiación, la del Banco Europeo de Inversiones al que simplemente hay que presentarle los planes de actuación para poder solicitar los créditos.
Hay sectores, como el turismo, que han reclamado al Ejecutivo de Sánchez que alargaran esta figura laboral hasta final de año, debido a que el verano no será suficiente para recuperar sus ingresos
Es cierto que España no es Alemania pero, lo que también es cierto es que tiene acceso a esos fondos y, que sepamos, no los ha solicitado. Del fondo SURE, a España le corresponderían unos 24.000 millones de euros, (buena parte del gasto de los ERTEs) en préstamo a intereses muy bajos, que habría que devolver pero en unas condiciones muy favorables.
Tampoco hay que olvidar que ahí estaba el dinero del MEDE, otros 24.000 millones que se podrían haber obtenido desde el primer día a intereses muy bajos, pero tenía el estigma de que acudir a él podría significar pedir el rescate.
Por tanto, Gobierno y agentes sociales se volverán a sentar en la misma mesa a discutir y a hablar de los mismos problemas a finales del verano, siempre con el permiso de la pandemia y de cómo evoluciones la ‘nueva normalidad’