El penúltimo día de campaña, 7 de noviembre, traía malas noticias económicas. La Comisión Europea rebajaba las previsiones para España de PIB para este año en cuatro décimas por el enfriamiento de la eurozona. Así que, del 2,3% pasará al 1,9%. Parte de esta rebaja se justifica en el cambio de cálculo del producto interior bruto por parte del Instituto Nacional de Estadística (INE), que alineó su método de cálculo con el de otros países europeos y por el camino se encontró con que sus cuentas, mira tú por donde, eran unos 5.000 millones más optimistas que las del resto de países de la UE.
Dicen los expertos, no obstante, que les parece preocupante este recorte en la estimación de Bruselas porque marca una tendencia descendente en la evolución económica, lo que se va a traducir en las cifras del paro y, por supuesto, en la creación de empleo. Explican que el hecho de que crezcamos más que el resto de países europeos no es consuelo y piden que se haga un buen diagnóstico sin eufemismos, es decir, que crecer por encima mínimamente de lo que lo hacen nuestros socios europeos no nos vale porque tenemos una tasa de paro sensiblemente peor que la de los países de nuestro entorno.
La tasa de paro se coloca alrededor del 14%, a pesar de que el PIB ha evolucionado a buen ritmo, durante casi cinco años seguidos
Así que, Bruselas dejaba caer un jarro de agua fría sobre el Ejecutivo de Pedro Sánchez y a solo tres días de las elecciones e insistía en que lo más preocupante es el frenazo del empleo. La Comisión realiza una estimación que va en sentido contrario a la del Ejecutivo, que prevé una desaceleración lenta. La Comisión Europea teme que el crecimiento del empleo en España pase del 2,2% de este año al 1% en 2020. Si se cumple esta previsión, significaría que España pasaría de crear 400.000 empleos en 2019 a apenas 180.000 en 2020. O lo que es lo mismo, la creación de empleo caería a menos de la mitad.
Con este telón de fondo, la repercusión que han tenido los datos de paro y afiliación de octubre que conocíamos esta semana ha sido muy alta. Los líderes sindicales se han rasgado las vestiduras culpando al Gobierno, pero no porque consideren que no ha hecho una buena gestión sino porque, tal y como tienen marcado en su discurso, la reforma laboral del PP debía haber sido ya derogada. Algo que no se ha atrevido a hacer Pedro Sánchez, dicen. La tasa de paro se coloca alrededor del 14% a pesar de que hemos estado creciendo a buen ritmo casi cinco años seguidos. Tremendo. El porcentaje es el doble del que tienen en la Unión Europea y es cuatro veces más que el de Alemania, país que se supone que está en recesión técnica. Pero hay un dato más allá de las comparaciones con otros países que lo dice todo: hace un año, el desempleo bajaba a un ritmo interanual de 200.000 personas. Hoy, doce meses después, lo hace a un ritmo interanual de 77.000. Este es el dato determinante que muestra como la principal debilidad histórica de nuestra economía sigue siendo el mercado laboral.
La circunstancia de que crezcamos más que el resto de países europeos es triste consuelo, porque lo que hay que hacer es un buen diagnóstico sin eufemismos
Pero más allá de los datos de desempleo, hemos conocido también el de producción industrial, positivo en este caso, porque muestra un repunte en septiembre del 3,1%, el segundo mejor dato del año, lo que no deja de ser interesante para un sector que lo ha pasado mal en la primera mitad del ejercicio. Otra estadística a tener en cuenta es la de las familias que se declaran en concurso de acreedores, la antigua suspensión de pagos, que bajan un 0,5% en el tercer trimestre del año, se trata del quinto trimestre consecutivo con descensos. Hay que recordar que estamos ante un proceso judicial que concede a las familias un desahogo en su situación financiera a través de una reestructuración y una quita de la deuda. En la práctica supone una "suspensión de pagos" o una "declaración de quiebra" que permite, a la persona acorralada por sus números rojos, corregir una situación complicada y tener una "segunda oportunidad", que es el nombre que puso el Ejecutivo a la Ley de 2015 aprobada para para dar aire a quienes sufrieron la crisis económica.
En cambio, y también según la Estadística de Procedimiento Concursal del INE, empeoran preocupantemente las quiebras empresariales que en el tercer trimestre ha crecido en un 14%.
Bruselas actualiza sus previsiones de crecimiento y rebaja la previsión de PIB para este año en cuatro décimas, del 2,3% al 1,9%.
Un último apunte en positivo es que China y EE UU han acordado reducir los aranceles que se aplicaban recíprocamente. Ambos países buscan ahora un lugar para que sus líderes firmen, en el plazo de un mes, lo pactado. Queda por ver la letra pequeña y las cifras. La retirada de los aranceles se haría por fases de manera proporcional, según ha anunciado Gao Feng, portavoz del ministro chino de Industria. La noticia fue aplaudida por las bolsas que lo festejaron a lo grande el pasado jueves: el Ibex 35 alcanzaba máximos no vistos desde el pasado mes de abril.