Cinco años después del 11-M, Pedro José Ramírez sigue empeñado en que... bueno no lo tengo muy claro pero si leen El Mundo a lo mejor lo entienden.

El País tampoco ha cedido un ápice: considera probado -¿Acaso no hay sentencia al respecto?- que a los 192 -193 si contamos al nasciturus que portaba la asesinada embarazada- españoles muertos los asesinó Aznar, por meternos en la guerra de Irak.

Lo de Pedro José no tiene mayor importancia. Es más, ha servido para que se hunda el Partido Popular, que es uno de los objetivos más nobles a los que puede aspirar cualquier español de bien, requisito imprescindible para regenerar España. Es más, el día en que se hundan los dos partidos mayoritarios -PSOE y PP- confiaré en el renacimiento de la nación.

Lo de El País me parece más grave. Su tesis es tan embustera como la de la teoría de la conspiración de Pedro José: si Aznar nos hubiera metido en una guerra tan injusta como la de Iraq, la acusación se basaría en algo cierto, pero lo cierto es que los primeros militares españoles que llegaron allá lo hicieron pertrechados de agua mineral y con afanes humanitarios: no iban a pegar tiros sino a repartir bocatas, una tarea muy loable, por cierto, amén de peligrosa.

Y también es lamentable que se acuse al PP de mentir. Esa fue una campaña interesada de El País que veía cómo 22 encuestas daban vencedor al PP y no ni una sola al PSOE, y sólo la acusación de mentir sobre la tragedia podría provocar que un indocumentado como ZP subiera al poder.

En resumen, la mentira de El Mundo, la teoría de la conspiración fastidió al PP, de lo cual me alegro muchísimo; la mentira de El País -exageración interesada del papel de España en la guerra y acusación de mentir sobre la autoría- elevó al poder a ZP, los cuales, una desgracia telúrica, como hemos podido comprobar durante un lustro. Pero lo más grave de todo, no es ni lo de El Mundo ni lo de El País, ni la obsesión de la progresía liberal ni las manipulaciones de la progresía socialdemócrata: lo más grave de todo es la actitud del Gobierno ZP y del conjunto de los españoles, el primer Gobierno y el primer pueblo que cede ante el terrorismo.

Toda la política zapatista y zapatera -en el sentido de chapuzas- sobre la Alianza de Civilizaciones tiene por objeto inclinar la cerviz ante la extorsión terrorista. Es la España de la Generación Manjón -dicho sea con todo respeto, pues esta mujer perdió un hijo- la generación del Síndrome de Estocolmo que alaba al secuestrador y se revuelve contra el policía que viene a salvarla. Es la España que en su momento detuvo a la herejía islámica -esa caricatura del cristianismo- y que hoy, sin embargo, sólo se revuelve contra su propia esencia, contra el cristianismo que la forjó.

Esto sí es una tragedia: la España cobarde que se rinde antes de la batalla y que reniega de su identidad. Independientemente de la culpa -más causa que culpa, en todo caso- que se pueda imputar a Aznar, lo cierto es que a los 193 españoles fallecidos no les asesinó el Gobierno del PP, ni el enemigo interno, ni la intolerancia de cristianos viejos que según la progresía anida en España (¡Ojalá, hijo, ojalá!). Les mataron los islámicos -personalmente estoy convencido que apoyados por algún Gobierno extranjero, preferentemente Marruecos- que odian a España y odian a la Iglesia, es decir, tiene una coincidencia en sus odios con la progresía española.

11-M. Ya ha pasado un lustro y los españoles continuamos enlodados en la cobardía de la guerra civil, del odio fratricida y de la cristofobia. Aquí el único que ha salido ganando ha sido ZP, presidente por accidente, es decir por atentado, presidente sobre un montón de cadáveres.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com