Algunos líderes sindicales parecen haberse convertido en especialistas en destrozar empresas. Ejemplo: el viernes 27 se cumplieron 20 días de huelga salvaje en la factoría que la multinacional española de Acerinox tiene en el Campo de Gibraltar. Simplemente, los sindicatos que controlan el comité de empresa (UGT, Comisiones Obreras y USO) han planteado una huelga total e indefinida porque la empresa se niega a cumplir sus modestas exigencias: un cien por cien del aumento del salario bruto. En efecto, las exigencias, especialmente de los más radicales, los representantes de UGT, suponen una subida salarial del 6% sobre IPC, seis euros diarios por día de trabajo, reducción de la jornada a 35 horas, jubilación a los sesenta años, y algunas gabelas más.
Todo esto en una empresa que jamás ha realizado expedientes de regulación de empleo ni despidos, que opera en una zona que es un auténtico páramo industrial: el Campo de Gibraltar, con la factoría de Cepsa, la de Acerinox... y poco más, y cuyo trabajador medio (nivel 11) supera los 1.300 euros por 16 pagas (atención, estamos hablando de salario neto). Trabajan el 60% de los días del año y durante los últimos años la empresa ha incorporado a 130 familiares, preferentemente hijos, de trabajadores en activo.
Por cierto, aunque los trabajadores de la planta de Kentucky (USA) de Acerinox cobran más que los españoles, el salario comparado es superior en España porque los norteamericanos trabajan muchas más horas. Así, el coste laboral por hora le resulta más caro a Acerinox en Gibraltar que a orillas del río Ohio.
Y nada de servicios mínimos, ni perrito que nos ladre. Durante la última huelga en la factoría (que nada tenía que ver con Acerinox, sino en solidaridad con el sector del metal gaditano) a un empleado que intentó ejercer su derecho a trabajar le rompieron un brazo.
Por cierto, el sindicato más duro en esta negociación es la UGT de Cándido Méndez. Manuel Fernández-Lito, responsable de la Sección del Metal del sindicato, se niega a mediar en el conflicto. Un dato: un delegado de UGT al que la empresa le comunicó los daños que podía ocasionar con su actitud respondió lo siguiente: "A mí me es igual, los días de huelga los vais a pagar vosotros".
¿Qué ocurrirá al final? Pues, muy sencillo, que la empresa preferirá invertir en sus filiales norteamericana, sudafricana o iberoamericana que en Algeciras. Al menos, en Estados Unidos, por ley, la factoría tiene dos puertas: en una se coloca el "piquete informativo"; la otra tiene que quedar permanentemente libre para aquellos empleados que quieran trabajar.