Bajo el lema: ¡Es mi vida!... Está en tus manos, la CEE ha lanzado una campaña publicitaria en defensa del derecho a la vida de los niños que van a nacer, con motivo de la Jornada por la Vida, que se conmemorará el próximo 25 de marzo.

La acción tiene como objetivo seguir dando voz a los bebés que van a llegar al mundo para preservar su derecho a la existencia y proteger a las esposas embarazadas que tropiezan con problemas. La campaña muestra la existencia humana en sus primeros momentos dentro del claustro materno,  un nuevo ser humano, cuyo derecho a la existencia debe ser reconocido y protegido.

"Una sociedad abortista se hace inhóspita. Con el tiempo, reinará la tiranía y la arbitrariedad en todos los ambientes. Es como una enfermedad infecciosa que se contagia", afirma la profesora Jutta Burggraf.

En cada aborto existen dos atormentados: el chiquillo y la madre por lo que, los que incitan al asesinato del bebé, todos quedan dañados porque, quien ejecuta una vileza, padece un quebranto mayor que aquél que la padece, se destruye por dentro y, en el fondo, se menosprecia.

Una importante poetisa, que ha desfilado por la experiencia del aborto, matando a su propio hijo saltarín dentro de sus entrañas, afirmó: "Veo a mi niño en los sueños. Después de este acto sólo hay dos posibilidades: o te embruteces y sigues matando, o te conviertes y luchas por la vida". También, el psiquiatra estadounidense Wilke suele aseverar: "Es más fácil sacar al niño del útero de su madre, que de su pensamiento".

Cuando una joven arriba a un chiringuito abortista se puede afirmar que entran dos mortales y que aflora uno; el más frágil, inerme e inocente se ha marchado a un viaje sin retorno. Urge implantar una nueva cultura de la vida, dando un argumento seductor de la fortaleza de nuestra fe.

"La vida es una sonrisa; el amor es un rayo fecundo", afirmó Gabriele D' Annuncio.

Clemente Ferrer

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