Nunca una Vicepresidenta resultó tan decisiva

A medida que arrecia la campaña contra la candidata republicana a la Vicepresidencia norteamericana, más me convence esta mujer la gobernadora de Alaska Sarah Palin.

Decía días atrás que a lo mejor ese linchamiento a escala planetaria, ejecutado con ferocidad por la progresía puede tener un efecto 'boomerang'. Dicho de otra forma, Palin destrozará a McCain o le llevará a la Casa Blanca. Nunca una vicepresidencia fue tan importante para un candidato a la Presidencia. El caso Palin me recuerda el de Benazir Bhutto, una campaña machista en nombre del progresismo, siempre tan feminista. Ya sabemos cómo acabó aquello. Los culpables fueron algunos, pero el odio vertido contra Bhutto por muchos que no apretaron el gatillo ayudó a los asesinos.

Y es que los progres tipo Obama en ocasiones se pasan de hipócritas. De nada sirve que el propio candidato demócrata quiera excluir a los niños del combate electoral, cuando han sido los suyos quienes han rastreado en el cubo de la basura para expandir las heces. A eso hay que añadir la otra hipocresía, la más grave: para los relativistas, la gente con principios, al parecer, no puede cometer fallo alguno, pero a los que desprecian esos principios se les puede permitir cualquier cosa.

Dicho de otra forma: lo malo no es que Bristol Palin se haya quedado embarazada a los 17 años: lo malo es que siguiendo los consejos de los demócratas, hoy trasmutados en progres, hubiese matado a su hijo, en lugar de afrontar la responsabilidad de sus actos. Su madre no lo ha dudado: que tenga el niño, que le ofrezca un padre, es decir, que se comprometa con padre e hijo. Si tenía edad para hacer lo que no debía también la debe tener para afrontar las consecuencias de sus actos. Eso es libertad y responsabilidad en un solo lote Y misericordia: porque Sarah Palin se ha apresurado a ofrecerle todo su apoyo.

Insisto en que habría que preguntarle: Si le hubiera ocurrido eso a su hija de 17 años, ¿qué le habría aconsejado usted, señor Obama? ¿Abortar?

Si la respuesta es negativa, ¿por qué propone una ley federal de aborto libre? ¿Por qué ha elegido a Joe Biden como compañero de campaña, cuando es un obseso del aborto, que no sólo pretende liberalizarlo sino promover con todo tipo de facilidades, por ejemplo para financiar el traslado de una mujer que quiera abortar a otros Estados donde les resulte más sencillo la matanza? Sarah Palin ya ha dado su respuesta.

Tras el linchamiento demócrata de Palin, a quien no perdonan que sea una defensora de la vida humana más inocente, que haya tenido cinco hijos, uno retrasado, comienzan conocerse más datos sobre Sarah Palin y a desmontarse las primeras mentiras o exageración sobre su gestión. Por ejemplo, otro espantajo que los progres utilizan contra Palin es su postura favorable a extraer petróleo de Alaska. Una gran decisión porque, salvo los tontiverdes, la gente con sentido común considera que lo primero es tener energía barata, motor del desarrollo, y luego que sea verde. Por lo demás, la tecnología, incluso la de extracción y conducción del sucio crudo, es cada vez más limpia gracias al salto tecnológico en exploración y producción de crudo, salto tecnológico que no se hubiera dado -economía de escala, que te dicen- si no fuera por el aumento de extracción.

Ahora bien, para que el crudo traiga riqueza a ese territorio helado, tres veces más grande que España, se precisa que los ejecutores, las grandes petroleras cumplan con su deber. Estar a favor de la extracción de petróleo no significa estar a favor de las petroleras ni al sueldo de éstas. Y ahí tenemos otra vez el genio de Palin. Menos mal que no tenía experiencia. Sus biógrafos, más o menos normales no dejan de reseñar que dejó plantado al todopoderoso consejero delegado de Exxon, la mayor petrolera del mundo, Rex Tillerson, cabreada como estaba porque no habían cumplido las inversiones -entre otras las inversiones en protección medioambiental- a las que se habían comprometido. ¡Bien por la gobernadora Sarah! Recuerda el axioma económico de Chesterton: el debate no es entre lo privado y lo público, sino entre lo grande y lo pequeño. Y siempre, siempre, a favor del pequeño.

Al mismo tiempo, Palin se rebeló contra su propio partido. Gran país Estados Unidos, donde la disciplina de voto, base de las democracias europeas -por ejemplo de la española- se considera lo que es: un atentado imperdonable contra la libertad individual y una burla al elector. Pues bien, Palin votó en contra de su propio partido contra la ley que otorgaba a la autoridad todo el poder para decidir cuántos hospitales y centros de salud había que construir en la zona. En otras palabras, la ley que consagraba el monopolio de las empresas sanitarias privadas, que, lógicamente, prefieren gran más dinero dando un mal servicio muchos que un mejor servicio a pocos, y que disfrazan el abuso en aras del bien común. ¡Bien por Sarah!

Aún más atrás en el tiempo, cuando empezó como alcaldesa de una pequeña población, donde -esas son las noticias que me llegan- subió los impuestos para realizar obra pública. O sea, como el faraón Gallardón, que está sangrando a los madrileños y dejando un reguero deuda para 40 años, subiendo los impuestos en obras innecesarias pero que financian su campaña de imagen hacia la Presidencia del Gobierno.

No puede situar el dato en su contexto, porque no es lo mismo una Wasilla de 9.000 habitantes que un Madrid que, contando su zona metropolitana, ya supera los 6 millones de almas (cerca de 3 el municipio que sufre a Gallardón).

Lo dicho, voy a ver si obtengo la nacionalidad estadounidense para poder votar por Sarah Palin. Me he convencido tras su discurso en la convención republicana, sin duda mucho más serio y profundo que el de John McCain su jefe de filas. Pero también me ha ayudado una charla con varios compañeros de profesión, todos ellos progresistas en la que se vertieron dos ideas: Barack Obama es un tipo vacío -adjetivo asimismo empleado por Palin-, capaz de elevarse retórica, que no dialécticamente, pero es preferible a esta ama de casa, natural de Alaska. No necesito advertirles que todos estos periodistas son unos entusiastas defensores de los derechos de la mujer, "comme il faut". Y es que me he dado cuenta de que los cristianos presuntos machistas, los defensores del ser humano no nacido, somos los únicos que creemos en la capacidad femenina, en el "genio femenino", que diría Juan Pablo II. Feministas y feministos no creen en esa capacidad, y menos si se trata de una mujer que se ha atrevido a tener cinco hijos. En lo que creen es la moral feminista, que podríamos resumir en un solo mandamiento. Bueno es aquello que hacen las mujeres, sólo porque lo hacen las mujeres, curiosa estupidez que, sin embargo, ha creado escuela. Los feligreses más fervientes de la Iglesia feminista son los feministos, más que nada porque con las estrechas no hay nada que hacer.

Los cristianos, por contra, creemos con tal firmeza en la capacidad femenina que no estamos dispuestos a rebajar nuestro código moral para adecuarlo a la realidad: queremos que sea al revés, que la realidad, libremente ejercida por cada cual, se atenga al bien. Por eso nos gusta Sarah Palin, una mujer que, cuando su hija comete el error, le exige la responsabilidad sobre sus hechos al tiempo que la ayuda a cumplir esa responsabilidad.

Palin y Obama reproducen el dilema moral Enrique VIII-Felipe II. Este último era inmoral en sus relaciones matrimoniales, luego se confesaba con un cura e intentaba mejorar -y mejoró, quizás un poquito tarde-. Por contra, el británico unía a su lujuria una soberbia de varios quintales, que es vicio mucho más peligroso y temible que el carnal. Y así, para poder casarse con Ana Bolena, rebanó un sinfín de cabezas coherentes y obligó a todos sus súbditos a romper con Roma y a venerarle como al nuevo Papa-Rey. Sarah anima a su hija a que tenga a su bebé y le proporcione lo que más necesita después de una madre: un padre. Obama quiere una nueva ley de aborto para que un niño no deseado pueda ser eliminado en tiempo y forma, según la estrategia favorita de la moral progresista: muerto el perro se acabó la rabia.

Y, sin embargo, ahí tienen a dos ejemplares progres del periodismo español. Según mi amiga Rosa del Río resulta que Sarah Palin esta vendiendo su vida privada: Pero Rosa, hija, que las historias sobre su familia no las ha publicitado ella, sino los de enfrente. Enric Sopena va más allá según costumbre, y en su mejor función de propagandista asegura que a esta señora no le hacen caso ni en casa. Es decir, que según don Enric, la moral hay que imponerla. Y así es, el progresismo siempre acaba en tiranía. En eso estamos de acuerdo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com