Obamismo: palabras contundentes, conceptos vacíos, juicios majaderos
Cuando a uno le apoya el Sistema, y cuando el Sistema ha conseguido crear un consenso favorable, es decir, convertir a alguien en políticamente correcto, entonces la diosa fortuna le otorga sus gracias y se convierte en invencible.
¡Qué suertón el de Obama! Del fanático terrorismo islámico hemos pasado al terrorismo fanático del Ku klus klan: el FBI ha localizado a unos neonazis que pretendían matarle. ¡Qué más se podía pedir! Supuesto que no haya sido un montaje del equipo de relaciones públicas del Partido Demócrata -experto en dossiers y juego sucio- para hacer realidad las declaraciones de Fidel Castro -Todavía no se cómo no han matado a Obama- era lo que faltaba al candidato negro -perdón, afroamericano- para llegar a la Casa Blanca, aplastando. No se pueden tener más apoyos para que Obama apunte hacia donde apuntan líderes europeos como ZP: no a formar un Gobierno sin oa crear un régimen.
Insisto: yo también quiero a un negro en la Casa Blanca, pero no a Obama, un progre de mucho cuidado, un político algo parecido a ZP -aunque en listo-: ambos son personajes siniestros, capaz de cualquier barbaridad con tal de llegar al poder y con tal de mantenerse en el mismo. No lo duden: cualquier cosa. Su estrategia -de ahí mis dudas sobre el complot homicida- es siempre la misma: el verdugo que intenta pasar por víctima. Y no se apuren: aunque el complot existiera, pero fuera obra de unos pinchauvas, ya se ha exagerado lo suficiente en los medios como para convertir a don Barack en un héroe perseguido. A los electores les encanta esa figura. No dio su vida ante los vietnamitas pero ha estado en un tris de darla ante el peligro cavernícola neonazi -agitado por Bush, como todo el mundo sabe-.
Digo, porque los detenidos son dos pintamonas de 20 y 18 años que no sólo pretendían asesinar a Obama sino a los 102 afroamericanos más (lo de ciento y dos recuerda el chiste de los 4.003 indios que atacan el fuerte: tres por delante y el resto debían ser como cuatro mil). Y si se descubriera que todo ha sido un invento del Sistema para fortalecer la posiciones electorales de Obama, no se preocupen, que el asunto sería manipulado o silenciado. El mundo mediático, de izquierdas y de derechas, está con Obama. Hasta el mismo Partido Republicano está con el candidato-víctima.
Repitamos: lo que nos estamos jugando con el triunfo de Obama el 4-N es que el país que con más ahinco hacía frente al progresismo y al relativismo, caiga en sus fauces. ¿Qué es el relativismo? Nada es verdad ni nada es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira. ¿Qué es progresismo?: una derivada vulgar pero omnipresente del relativismo: Abajo los curas y arriba las faldas.
Explico este peligro de otra manera: supuesto que Pedro José Ramírez, el director de El Mundo (para nuestros lectores estadounidenses El Mundo es el representante del progresismo de derechas en España) no se lo haya inventado, resulta que se publica una crónica sobre una misa en Scranton (Pensilvania). Sermón contra el aborto, pero ahí está el cronista de Pedro José: a la salida del acto litúrgico, entrevista a una señora que leo contesta los siguientes: El obispo puede decir lo que quiera. Yo voy a votar a Obama... La Iglesia no debería politizar el tema del aborto y dejar que cada uno vote en conciencia. Esto, señores norteamericanos, es progresismo a la europea, esto es obamismo: palabras contundentes, conceptos vacíos, juicios majaderos. No me extrañe que la entrevistada vote a Obama.
Veamos: votar en conciencia: ¿Conciencia de quién? ¿De la madre que aborta, del médico que destripa o del niño que es destripado? Si le importa un bledo la doctrina de la Iglesia, ¿por qué va a la iglesia? Es una incoherencia de libro. Y la grandeza de los norteamericanos es que, para ellos, al revés que para los europeos, la coherencia continúa siendo un valor.
Lo dicho, que con el obamismo los norteamericanos se volverán progres, es decir, tan tontos y débiles como los europeos.
¿Más ejército? McCain continúa metiendo la pata
Escucho a McCain solicitar más ejército. Este hombre no hace otra cosa que meter la pata. Veamos, hasta para un país que apoyó con entusiasmo la injusta invasión de Iraq, siete años después del 11-S las cosas han cambiado. La política neocon consistía en matar moscas a cañonazos, es decir, en utilizar al ejército contra los grupos terroristas. La guerra del siglo XXI, inventada en el XX, es decir, el terrorismo, es cobarde. No se planta como un ejército frente a otro sino que se oculta tras la sociedad civil, a la que utiliza de parapeto. Golpea y se vuelve a esconder. No es una guerra de religión o de defensa de la patria, o provocada por la escasez, es una guerra ideológica, por tanto, más cruel, donde todo vale, y donde la sociedad civil constituyen el primer objetivo, porque se trata de sembrar el terror y de chantajear a a toda una sociedad para que exija a sus gobernantes lo que no deben dar... En resumen, contra los terroristas no vale el Ejército ni la potencia de fuego, sino la policía, la información, el espionaje, los servicios de inteligencia. Y los protagonistas de esa guerra no tienen por qué ser Rambos; bien pueden ser panzudos, con tal de que sean buenos investigadores. Es la CIA, no el Pentágono, quien debe plantar cara a Ben Laden.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com