Lectores norteamericanos me acusan de parcialidad en este serial sobre las elecciones norteamericanas. No duden que lo soy. Es más, ya he dicho que me gustaría nacionalizarme estadounidense sólo para poder votar a Sarah Palin (me temo que McCain va en el lote) y aportar así mi granito de arena a la derrota -difícil, lo sé, pero no imposible- de Barack Obama. Sencillamente creo que el senador Obama en la Casa Blanca sería tan nocivo para Estados Unidos y para el mundo como Hugo Chávez en un universidad.
Otro español, residente en Estados Unidos desde tiempo atrás, asegura que confundo a la gente con mi alusión al progresismo, que, como socialismo, no significa lo mismo a ambas orillas del Atlántico.
Puede ser pero, al final, estamos hablando de lo mismo. Decirque Obama es un progre es decir que su moral es relativista -es decir, que su moral es muy inmoral-, y que su filosofía es panteísta. Así que aclaremos conceptos, que no es mal oficio.
Definición de progresismo: Abajo los curas y arriba las faldas. El único enemigo es el cristianismo, que pretende imponernos su moral sexual.
Definición de relativismo: Nada es verdad ni nada es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira. El único enemigo es la Iglesia, que se cree en posesión de la verdad.
Definición de panteísmo: nos llevaría más lejos, pero baste con decir que, en la actualidad, la manifestación más lógica del panteísmo, es la de la ecología estilo Al Gore, la de la nueva religión creada por la ONU, La Carta de la Tierra, donde la especie humana se coloca la misma altura que animales y vegetales. El Cristianismo es el peor enemigo del panteísmo: cree que el homrbre es el rey de la creación, que mereció -o al menos provocó- la encarnación del hijo de Dios. Es el planeta, y el universo entero, el que está al servicio del hombre, no al revés.
Chesterton, la mente mas lúcida de la modernidad decía que sólo hay dos filosofías en el mundo, dos cosmovisiones: o cristianismo o panteísmo. ¿En que se diferencian? Para el cristianismo -y sigo al británico-, el fin de algo no significa su destrucción, sino su cumplimiento. Para el panteísmo, la vida es eterna, pero la persona no. El cristianismo también cree que la vida es eterna sólo que le importa una higa: lo que de verdad le importa es que es la persona quien es eterna. El todo frente al ser, pero es que el todo acaba por ser la nada. Y el colofón natural de esta distinción nos viene dado: se respeta a un ser eterno, no a un quien que siempre está convirtiéndose en un qué, diluyéndose en una macedonia llamada universo, que no tiene fin pero tampoco principio. Por eso la crueldad oriental ha superado siempre cualquier tiranía occidental. ¿Quién puede apiadarse de un tuerca del engranaje del universo? ¿Quién puede compadecerse de un qué?
El candidato del Partido Demócrata a la Presidencia de los Estados Unidos es progresista, relativista y panteísta.
Obama es un progre, por lo que no sólo acepta sino que promociona el aborto. La verdad es que he escrito una reiteración: quien acepta el aborto acaba por promoverlo. No es consciente de que sexo y amor son realidades inseparables, y que el amor lleva de la mano a la procreación, que es el punto en que la criatura más se asemeja a su creador. Dios no necesitaba compañía, creó por amor. Los hombres no creamos nada, pero podemos participar en su poder creador a través de la procreación.
Obama es progre y por eso, también, rechaza a los curas, porque -es relativista- se creen en posesión de la verdad, ergo son fanáticos y antidemocráticos. No puede cargarse la libertad religiosa, como están haciendo los europeos, porque Estados Unidos aún no ha caído en la progresía y, por tanto, con toda razón, se desconfía del ateo, pero sus iglesias son new age, es decir, espiritualidad sin Dios, liturgia sin adoración, moral sin verdad y fraternidad sin paternidad.
Obama es relativista: la mayoría es la que cuenta, por la sencilla razón de que no existen verdades absolutas. Es la contradicción de la moral relativista: si nada es verdad ni nada es mentira, ya hay algo que sí es verdad: precisamente este mandamiento único. Sentirse en posesión de la verdad no es fanatismo -decía Chesterton-, es sentido común. Y también sentenciaba: tener la menta abierta -una ideas favoritas del retórico Obama- es como tener la boca abierta: un signo de estupidez.
Al final, Obama es panteísta. La humanidad importa más que el hombre. Verbigracia: apoya con entusiasmo el plan de rescate del Sistema Financiero, la persona sacrificada a las instituciones y, al final, como siempre, a pesar de que su discurso predique lo contrario, los pobres al servicio de los ricos.
Sí, espero que Obama no llegue la Presidencia de los Estados Unidos. Si lo hace, corremos el riesgo de que Norteamérica siga el camino de Europa. El del progresismo, el de la decadencia, el de la degradación, el de la injusticia. Todo ello como ciudadano del mundo, 'of course'.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com