Insisto, los historiadores políticos deberán estudiar durante varias décadas la campaña de acoso, derribo, linchamiento, calumnia y crucifixión de la candidata a la Vicepresidencia norteamericana por el Partido Republicano, Sarah Palin: no tiene parangón.

Recuerden, el Watergate no fue otra cosa que la sospecha de que el presidente Nixon supiera, alentara o permitiera grabaciones realizadas en la sede electoral del Partido Demócrata con el fin de conocer de antemano su estrategia.

Pues bien, unos piratas informáticos han entrado en el correo electrónico personal de Sarah Palin, instrumento mucho más íntimo y personal que la reunión de un comité electoral. Todo lo que se dice en un Comité puede ser contado por email, pero no todo lo que se cuenta por email lo diríamos en un Comité.

No contentos con ello, los Hackers han publicitado dichos correos... y encima no han encontrado la carnaza que buscaban. La señora Palin no estafa al Fisco, ni engaña a su esposo, no toma drogas ni ha asesinado a su vecina, sólo a renos. Una pena.

¿Y qué ha pasado? ¿Conmoción en la campaña? ¿Escándalo mediático mundial? Ninguno. Con la gente coherente, ya se sabe, no hay que tener clemencia: vale todo.

Sus asesores lo han denunciado claro está, pero la investigación, no lo duden, no tendrá la urgencia, siempre impelida por los medios, necesaria para influir en las elecciones. Seguramente habrá sido algún incontrolado, desde luego no ligado a Barack Obama, naturalmente. Esto es, lo mismo que alegó Nixon ante las informaciones de Bob Woodward y Carl Bernstein... hasta que dimitió.

Además, con la impunidad de los canallas, los fautores del atentado contra la vida privada han exhibido su trabajo y, como sabe todo el mundo que maneja Internet, es la mejor manera de localizar a los delincuentes y, de paso, investigar su presunta ligazón con los demócratas, porque, sinceramente, percibo en Barack Obama tal ambición desmedida que le creo capaz de cualquier cosa con tal de llegar a la Casa Blanca. De cualquiera. La mejor manera de acosar una mujer de principios, como es Palin, consiste en ridiculizarla, en exhibir su incoherencia. Son los progres, como Obama, quienes pueden incurrir en incoherencia permanente, porque es sabido que la contradicción es uno de los basamentos de la progresía y de su filosofía, el relativismo.

Y todos sabemos que, del tándem McCain-Palin, quien puede ganar las elecciones para los republicanos es Sarah, no John.

Dos candidatos rendidos a la plutocracia.

Mientras tanto, la crisis financiera más importante de la historia continúa ofreciendo un espectáculo lamentable en Estados Unidos. Obama y McCain se han rendido, antes de luchar, a la plutocracia. No uno, sino lo dos. Tres, porque George Bush, que va a dejar el mayor agujero que se recuerda en las cuentas públicas a costa de "socializar pérdidas", como ayer definiera acertadamente el comisario de Economía de la Unión Europea, el socialista Joaquín Almunia. Al final, las sinvergonzadas de los especuladores las pagaremos todos, los contribuyentes de todo el mundo, a la vez que sienta un peligroso procedente. Pero ni McCain ni Obama tienen el coraje para forzar la quiebra de las entidades más dadas a la burbuja, sean bancos de inversión hipotecarias y aseguradoras y, a lo sumo, salva a depositantes menudos y a los prestatarios asimismo menudos.

Y ya saben, como nadie les corta las alas, pues nos instalaremos en la crisis permanente, que no cíclica.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com