Chantajearnos con nuestros ahorros
La prensa europea y los rotativos norteamericanos más progres, está feliz: Sarah Palin ha sido condenada -por pura casualidad, 15 días antes de las elecciones- por apoyar el despido de su ex cuñado. Cuando los demócratas de Alaska organizaron una comisión parlamentaria sobre el caso, Obama la tildó de paranoica. En el entretanto, la investigación sobre quien violentó su correo personal está en punto muerto... y seguramente no concluirá antes del 4 de noviembre.
El caso Palin resulta bello e instructivo acerca del movimiento de liberación de la mujer. En plata, lo que a Palin no se la perdona es que sea madre de cinco hijos y uno de ellos retrasado. No se lo perdonan los progres y, especialmente, no se lo perdonan todas las mujeres inoculadas por el virus feminista. El machismo que todas estas señoras han vertido contra la candidata republicana, a la que han cubierto de insultos, es buena muestra de donde se sitúan el progresismo: en el machismo más grosero. Y el feminismo también: se ha ubicado en el sectarismo más zafio y en la envidia. Insisto: la propia existencia de Palin es un insulto para las que no se atreven a entregar su vida por la vida, aunque ésta es la única forma de sacarle jugo.
Obama, como buen progresista, sigue la táctica de bloquear al hombre -a la mujer-, no al balón, que es mucho más práctica. El candidato demócrata tembló con el fichaje de Palin y se dispuso enseguida al linchamiento, volcando cieno sobre el adversario hasta que fallezca sumergido en el guano. El progresismo odia al hombre y odia a Occidente, y la mejor manera de terminar con Occidente es que las mujeres no tengan hijos o, al menos, que tengan los menos posibles. Una tautología que no conviene olvidar.
Pero hay otra vertiente de Palin que conviene reflejar. El New York Times -obamista perdido- relata que Palin ha reconocido que McCain no quiere que toque determinados asuntos.
Ahora se entiende muchas cosas. Veamos. Si McCain pierde las elecciones probablemente sea por apoyar el Plan Bush. De entrada, mirando hacia otro lado, pero luego, con malhadado entusiasmo. En ese primer momento, previo a la sedimentación de posturas, Palin habló con libertad, preocupada por la justicia social: Los americanos debemos levantarnos cada mañana con la clara determinación de que no vuelvan a chantajearnos con nuestros ahorros. Esta es la idea clave de toda la crisis que ahora, tras la Cumbre Europea del domingo 12, se acentúa hasta extremos críticos: en lugar de luchar contra la especulación, se utiliza el dinero de todos para compensar a los especuladores de Wall Street, a los que se les quita un dólar a los que nos han quitado el dinero... para que puedan volver a las andadas.
Y todo ello según esa palabra clave pronunciada por doña Sarah: chantaje. Porque, en efecto, cuando un banco se quema algo tuyo se quema, tus ahorros. Pero no eres tú el que los quema, sólo el que los repone.
Tanto Obama como McCain se han puesto de parte del dinero. Era lógico en un hombre del Nuevo Orden Mundial como el candidato republicano, pero no en un republicano como McCain. Éste ha sido su gran error, y es doble: aceptar el Plan Bush y no permitir a Palin oponerse al mismo. McCain ha cedido a la demagogia, y la demagogia, al igual que Roma, no paga traidores.
Lo mismito que ha ocurrido con el aborto: ¿Cómo es posible que la candidata acusada de ultraconservadores, identificada por sus enemigos como radical antiabortista, apenas esté hablando de aborto. Porque McCain considera que puede resultar demasiado radical. Que es lo que hay que ser en los principios no negociables: radical. En materia de principios, moderación y mediocridad siempre empiezan por la misma letra.
En mi opinión lo peor que les puede ocurrir a los estadounidenses es el triunfo de un hombre de la Carta de la Tierra, un relativista tan vacío como orgulloso. Y lo mejor, el triunfo de McCain, la posterior retirada de éste por razones de salud -pongamos en enero- y la ascensión al poder de Sarah Palin.
A Obama no lo han asesinado de milagro. Lo que es milagroso es que Sarah Palin siga viva.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com