La incoherencia siempre resulta patética

En lo que estamos de acuerdo. El aspirante demócrata -de nuevo vencedor en las encuestas tras el tercer y último debate con John McCain- se refería al Plan Bush de rescate financiero. Con 10 puntos de ventaja en las encuestas, Obama quería dejar claro que McCain está de acuerdo con el Plan Bush: es decir, que si ambos partidos coinciden será porque es cierto. Pero, sobre todo porque de esta forma McCain se quedaba sin marcar diferencias. Insisto, si el candidato republicano no se hubiera rendido a los rentistas, a los intermediarios de Wall Street, y se hubiera preocupado por el bien común, el que afecta al común de los norteamericanos, los que van a tener que pagar a quienes les robaron la cartera, si, en suma, hubiera hecho atendido la pueblo al que dice defender, a lo mejor ese pueblo, especialmente si es el norteamericano, hubiera despertado ante la monumental estafa del Plan Bush, que un progre como Obama se apresuró a aplaudir. Y es que la incoherencia siempre acaba por resultar patética. En el último minuto del partido ya no se pueden buscar puntos de diferencia.

Tan seguro está de su victoria, que Obama ni tan siquiera se preocupó de moderar su arrogancia. Obama es, en efecto, un personaje avaricioso con los halagos y los aplausos, y en Europa ya se venden camisetas con su rostro impreso. En breve competirá con el Che Guevara y un poco después de convertirá en un 'bluf', como el Che, o eso hay que esperar, si nos atenemos a su discurso, inmensamente lleno de vacío.

En cualquier caso, gana por goleada y quedan pocos minutos de partido. Lo de McCain comienza a ser patético. La crisis económica ha puesto en fuera de juego al Partido Republicano, pero el obanismo, al menos a mí, me hace temblar. Otro 'tic' progre-relativista de Obama: el llamamiento que hace a la unidad: juntos, republicanos y demócratas. Como ya se ve en la Casa Blanca comienza, como buen progre, a no distinguir entre los mensajes de uno y otro, porque, eso piensan los relativistas, en el fondo, las ideas, las convicciones, los principios, las propuestas, los programas, no son sino materia prima de trabajo, intercambiables según las situaciones. McCain no ha sido coherente con sus principios cuando ha afrontado su primera gran elección -entre la plutocracia y la democracia- pero Obama llega a más: lo suyo es el sincretismo, la incoherencia es su divisa.

En cualquier caso, el patetismo de McCain llegó hasta el punto de solicitar el voto por los servicios prestados al país. Es lo que ocurre con los políticos cuando pierden la idea motriz de su trabajo: que se trata de servir al público, no de que el público le remunere los servicios prestados.

Por cierto, que vuelve a romperse el tópico. Supuestamente, son los republicanos los ricachones y los demócratas los hombres del pueblo. Pues bien, el gato demócrata puede duplicar al de sus contrincantes, especialmente en propaganda en los medios tradicionales, incluidas compras de espacio de TV en horario de máxima audiencia. La gente de principios, salvo excepciones, no suele ser rica.

Eulogio López

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