El periódico L'osservatore Romano, órgano oficial del Vaticano, publica una interesante entrevista titulada "La Iglesia entre las dos Españas", con motivo de los 70 años del fin de la guerra civil española al sacerdote, historiador y escritor Vicente Cárcel Ortí, de la que extracto, por su interés, estas respuestas:
"La Santa Sede reconoció en 1938 al Gobierno nacional de Franco, éste representaba la única opción, en cuanto estaba salvando a la Iglesia española de la persecución religiosa", "La Segunda República se proclamó el 14 de abril de 1931 sin ninguna legitimidad, pues las elecciones del 12 de abril fueron simples consultas administrativas (elecciones municipales), en las que vencieron los candidatos monárquicos", "la proclamación de la República fue una especie de golpe de Estado", "el 10 de mayo de 1931, empezó la persecución, en abierta hostilidad contra los católicos, con saqueos, destrucción de iglesias y conventos, así como patrimonio artístico diverso ante la pasividad del Gobierno republicano, que no intervino ni buscó responsables".
"La revolución de Asturias de 1934, según Gregorio Marañón, el intelectual, fue un intento de instaurar el comunismo soviético", "las fuerzas revolucionarias fueron creciendo, paralizando el país, obligando a convocar nuevas elecciones el 16 de febrero de 1936.
De nuevo, las izquierdas llenaron las calles de violencia y destrucción", "aún hoy, se desconoce el resultado de aquellas elecciones, que unió al Frente Popular aglutinando toda la extrema izquierda, pero el vencedor parece que fue el centro-derecha. La persecución se arreció: destrucción, profanaciones, atrocidades hacia personas creyentes....".
El Papa pidió al nuncio cartas de protesta que sirvieron para poco, y dice el reverendo padre don Vicente en la entrevista: "el Jefe de la oposición, Calvo Sotelo, fue asesinado por miembros de las fuerzas armadas de la República", "con el alzamiento (aumentó), por parte de los republicanos, la persecución religiosa, en los cementerios se desenterraron muchos cadáveres de religiosos y religiosas para profanarlos y ensañarse con ellos, aparte, monumentos sagrados, edificios, obras de arte pictórico, bibliotecas, todo una barbarie, que el Gobierno alentó y promovió".
Dice Cárcel Ortí que "la intercesión de Pacelli no logró resultados. Escribió una carta "a nuestros hijos de España" suplicando: "dejad de derramar sangre, para Dios es desgarrador verlo". Pío XI no quería aliarse con ningún bando, la unión moral con los nacionales fue el 1 de julio de 1937, como única opción posible de supervivencia cuando el totalitarismo republicano había causado miles de víctimas (por el "delito" de ser monárquico, derechista, católico, etc.).
El Vaticano posee documentos donde consta que el pontífice, en varias ocasiones intercede para que acabe la guerra y solicitando gracias a condenados a muerte o encarcelados, ante Franco, una vez acabada la guerra civil.
La Carta Colectiva del Episcopado, denunciando el holocausto contra los cristianos españoles fue firmada por todos los obispos, excepto Vidal y Múgica, que se negaron por prudencia, menos otros doce que no pudieron hacerlo por haber sido asesinados por el bando republicano-comunista, algunos de ellos entre terribles torturas y tormentos como la amputación de partes del cuerpo, nos narra en su entrevista al diario de la Santa Sede el historiador y presbítero Vicente Cárcel Ortí.
Han pasado 70 años del fin de la guerra, hasta el día de hoy, cientos de homenajes laudatorios hacia el bando republicano, las víctimas del nacional, parece que no merecen nada. Muchas condenas al régimen de Franco, y ninguna hacia los desmanes del republicanismo. Todo ha sido un cierre en falso de heridas, un tergiversar manipulador y mentiroso de la historia. Nunca han pedido perdón las izquierdas españolas por el mal de aquéllos años, no muestran arrepentimiento alguno.
Media España contra la otra media, y el intento de exterminio de la Iglesia por oponerse a la instauración comunista pretendida por gran parte de las fuerzas izquierdistas. El valor dinerario de lo que destruyeron, auténticos tesoros artísticos, incalculable, al igual que el asesinato de casi 7000 personas consagradas a Dios, (sacerdotes, frailes y monjas, además de incontable número de católicos por odio a la fe, es decir mártires por la causa de Cristo).
Guadalupe Cáceres Trujillo
guadalupecaceres40@yahoo.es