Mientras tanto, la ONU y Occidente encuentran grandes dificultades para repartir la ayuda por culpa de las milicias islámicas. Desde que comenzó la crisis unos 30.000 niños han muerto de hambre
Cada día la situación de hambruna es más grave y se cobra más vidas –sobre todo de niños y mujeres- en el cuerno de África, sobre todo, en Somalia. Esta situación se manifiesta en el hecho de que 3,2 millones de somalíes necesitan ayuda urgente para poder subsistir lo que supone casi la mitad de la población del país, ya que esta nación sólo cuenta con 8,2 millones de habitantes.
A pesar de estos nefastos datos, los principales líderes africanos no parecen estar demasiado preocupados. Así hay que intepretar el hecho de que la Unión Africana haya pospuesto hasta dentro de dos semanas la conferencia que los países del continente deben celebrar para recaudar fondos y ayudas para que la población somalí pueda subsistir tal y como informa el diario británico Daily Telegraph. Y, ciertamente, para un país con unas necesidades tan acuciantes como Somalia, dos semanas es un mundo, ya que desde que comenzase la hambruna han fallecido millares de ciudadanos, entre ellos 30.000 niños y adolescentes.
Por su parte, Occidente y la ONU que han mostrado un compromiso mayor que sus socios africanos en la crisis alimentaria somalí, tienen serias dificultades para poder distribuir la ayuda humanitaria debido a la presión y los atentados de las milicias islámicas –entre las que destaca Al Shabaab que controla el sur del país y la capital Mogadiscio- que han criticado la declaración de hambruna del país y que continúan asesinando a los soldados que buscan distribuir la necesaria ayuda a la población y que además están reteniendo a los ciudadanos que están huyendo de la hambruna. A todo esto, se suma el hecho de que el gobierno somalí –plagado de corrupción y de vínculos con la piratería y el propio fundamentalismo islámico- es incapaz de imponer el orden en un país que día a día perece progresivamente ante la acuciante hambruna.
Gabriel López
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