Sr. Director:
En estos días hace justamente un año que la ciudad de Madrid, con ella toda España y todo el mundo, disfrutó de un acontecimiento de extraordinaria dimensión y significado.
La Jornada Mundial de la Juventud, que reunió en la capital a cientos de miles, millones en algunos momentos, de jóvenes de todo el planeta, proporcionó un legado magnífico de fe, compromiso y valores que no sólo ha perdurado a lo largo del año, sino que se ha robustecido. Ciertamente fue un episodio imborrable, que nos regaló la grandeza y el liderazgo del Papa, Benedicto XVI, pero también a una mayoría de jóvenes con profundas convicciones pese a los tiempos presentes de honda crisis moral.
Jaume Catalán Díaz