Mire usted, que no me creo que el martes una panda de energúmenos de ultraizquierda amenacen a jóvenes defensores de la vida del no nacido en la Universidad Complutense y el próximo domingo, cuando se celebra el Día Internacional por la Vida, o Día Internacional del niño por nacer, tropecientas organizaciones -o sea tropecientos energúmenos, porque son organizaciones de a tres, como mucho- organicen otra megamanifa de indignados.
Naturalmente, con el apoyo apenas silente, de los comunistas de IU y de los socialistas del PSOE.
El domingo coincide una manifestación de gente que defiende la vida, a los más inocentes e indefensos de todos los seres humanos, y unos violentos -sí, son violentos-, que sólo pueden definirse en negativo -antifascistas- porque lo que realmente son es progre-capitalistas. Es decir, viven el marxismo en la comodidad del capitalismo que les ha proporcionado una vida muelle. Vida triste, pero cómoda.
Lo que realmente odian los indignados es la vida humana, es decir, al hombre. No es casualidad que las manifestaciones del día del niño por nacer (25 de marzo, festividad de la Anunciación, nueve meses antes de la Navidad) coincidan con la nueva oleada antifascista y antisistema. Ya saben, son anti, no porque sean ácratas, sino porque quieren imponen su propio sistema de Estado. No tienen claro de qué sistema se trata, porque eso exigiría pensar -¡lejos de ellos tan funesto hábito!-, pero todo apunta a que se trata de un capitalismo de Estado. Ocurre que, como eso ya lo han conseguido en buena parte, y sólo les queda usurpar ese Estado -el Gobierno, para entendernos-, por ahora dedican sus desvelos ideológicos al aborto, que es algo muy práctico y el gozne del debate ideológico actual.
En cualquier caso la progresía ha conseguido fundir lo más repugnante del comunismo con lo más repugnante del capitalismo, y la línea directriz ya está clara: aborto obligatorio y quema de Iglesias. Sí, no es coña, los mismos que la emprendieron contra pacíficos estudiantes provida hablaban de quemar la conferencia episcopal.
Por cierto, el rector de la Universidad Complutense, señor Carrillo, mira para otro lado. Está claramente con los violentos y contra los provida. No obstante, por pura vergüenza torera convendría que Carrillo junior les dijera a sus violentos que no utilizaran el nombre de Paracuellos como invectiva: no conviene mencionar la soga en casa del ahorcado.
Menos mal que en España no hay peligro de guerracivilismo.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com