Interesante artículo el del diario argentino La Nación. Uno mira ese querido país, donde los Kirchner están introduciendo el aborto, y recuerda la España de Felipe González, el iniciador de la amenaza de inocentes en nuestro país: los mismos engaños, las mismas trampas, los mismos embustes. Antes de que se desarrolle el mercado de la muerte, los matarifes, la progresía introduce el aborto como una excepción lamentable, un mal menor. No se trata de legalizar, sino de despenalizar. Luego vienen los motivos: violación, eugenesia -pura cobardía-, peligro para la vida de la madre. Naturalmente, es éste último el de más fuerza ‘moral' y por la mitad el mismo -el peligro para la salud psíquica de la madre- se genera toda la industria abortera.

Por supuesto, el único peligro para la salud psíquica consiste en abortar. ¿Quién ha dicho que la concesión de todos los caprichos otorga la felicidad? La realización personal está tan lejos del hedonismo como del masoquismo.

Además, el peligro para la salud física no existe: la vida de la madre y la del hijo van indisolublemente unidas. Si acaso, pueden darse casos paralelos: la madre precisa de un tratamiento contra el cáncer que no puede administrarse hasta dar a luz. Pero aún en este intento de convertir la excepción en regla, siempre hay que recordar que    

De los aborteros -de los industriales que lo ejecutan y, sobre todo, de los políticos que lo despenalizan y promueven-, no sé si me disgusta más su rabia homicida o su historial de mentiras continuadas. En España, el camino de la mentira lo inició Felipe González, lo continuó José María Aznar y lo elevó a Arte Rodríguez Zapatero. Ambos se han convertido en mentirosos que se creen sus propias mentiras. Espero que los argentinos sepan aprender en cabeza ajena, en cabeza española y que aguanten hasta que termine esa época abortera de la humanidad, que terminará, más pronto que tarde, con el hundimiento de todo el imperio de mentiras creado alrededor de la muerte. Entonces todos abominaremos de la muy progresista generación que dio rienda suelta a la locura homicida que ahora, por mor del hábito, nos parece "normal". Y para mí que la era agorera está empezando a declinar.

El lunes 31 de marzo -con retraso ese año, al coincidir con la Semana Santa- se celebra La Anunciación de Nuestra Señora, parejo al Día del niño por nacer, que se festeja en cada vez más países -por ejemplo en Argentina, nueve meses antes de la Navidad. Y no lo olviden, 9 de cada 10 casos de depresión, especialmente en mujeres, se debe por un episodio de traición a la vida, sea en forma de aborto, de contracepción obstinada o de simple desprecio por la vida.

Siempre olvidamos que el aborto es mucho más que el aborto, es toda una filosofía de vida que marca la frontera entre el relativismo y la trascendencia, entre el caos y el concierto. No es posible darle un sentido a la vida sino se lucha por la vida. Incluso, me atrevería a decir que una preocupación por la libertad religiosa -muy loable, por supuesto- ajena a una postura en defensa de la vida, corre el peligro, hoy, en el siglo XXI, de caer en beatería. Simplemente, una democracia con aborto sencillamente no es democracia.

Eulogio López

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