El juez le libra de la condena en el caso Manensmann a cambio de 3,2 millones de euros. Alemania se convierte en escenario de escándalos económicos, desde los sindicalistas comprados en VW, los registros en Siemens en busca de pruebas por sobornos o la nueva carrera profesional del ex canciller Schröder

Europa Press lo contaba así, a primeras horas de la mañana del miércoles: el juez aceptaba el acuerdo entre las partes a pesar de que el Tribunal Supremo alemán consideraba que había claros indicios de delito. Total, que el CEO de Deutsche Bank, Josef Ackermann, se libra de la condena, y con ello de la dimisión, por 3,2 millones de euros, que seguramente pagará su correspondiente seguro de responsabilidad civil

De lo que se acusaba al Consejo de Vigilancia de Mannesmann era muy sencilo : pagar a los directivos que se habían opuesto a la OPA de Vodafone unos bonitos 57 millones de euros. Ackermann dice que pagaron a los directivos de Mannesman como premio a su esfuerzo para obligar a Vodafone a elevar su oferta, es decir, lo mismo que ha hecho Pizarro con Gas Natural. Pero el Supremo alemán opina que pagó para librarse de dichos directivos y asegurar la compra de Vodafone, es decir, lo que hizo Emilio Botín con Amusátegui y Corcóstegui.

Una sentencia poco ejemplarizante en un escenario industrial salpicado de escándalos: la Fiscalía ha entrado en el despacho del presidente de Siemens, Klaus Kleinfeld (el valedor del español Eduardo Montes) porque alberga la sospecha de que la multinacional alemana continúa pagando sobornos a políticos, verdadera especialidad en la historia de Siemens. En Volskwagen, multinacional en reconversión laboral permanente, la dirección pagó un viaje a Brasil a buena parte de los representantes de los trabajadores e incluso abonó los prostíbulos donde recalaron algunos de ellos.

E.ON anda en liza con la Comisión Europea, que le acusa de quitar el precinto a una sala de ordenadores de los que se habían incoado los inspectores del Ejecutivo comunitario.

Para algunos, lo peor de todo es un escándalo sin estallar: el de que el ex canciller alemán Gerhard Schröder se haya convertido en consejero de la compañía que controla infraestructuras gasísticas que enlazan con el este de Europa, es decir, con Rusia, cuando fue él quien firmó el acuerdo con Moscú.

Ahora bien, si se generaliza la exoneración por mutuo acuerdo, los escándalos podrían desaparecer.