Hace tiempo que no es necesario demostrar la relación entre feminismo y lesbianismo. Ahora hemos dado un paso más: queda clara la relación entre feminismo y cretinismo.
Dicen en Navarra que cuando el demonio no tiene nada que hacer con el rabo mata moscas. Uno comprende que una ministra de Igualdad encuentre severas dificultades para rellenar sus ocios, pero, al menos, sí resulta exigible, si no un ápice desmentido común un adarme de sentido del ridículo.
Primera y revolucionaria iniciativa de la señora ministra: un teléfono para los hombres, sexo inferior que no se ha sabido acomodar al mundo moderno, como han hecho las mujeres. En el caso de Bibiana, además, no es que se haya acomodado, sino que se ha encaramado a puestos de poder, bueno, de responsabilidad, que ella no deseaba en absoluto pero que ha debido aceptar por responsabilidad.
El caso es que la ministra de Igualdad, modesta por naturaleza, ha decidido que, para acabar con la violencia de género lo mejor es un teléfono. Al otro lado de la línea, una amable señorita le explicará -supongo- que suelte el hacha que tiene en la mano e inicie un proceso de diálogo con su pareja -diálogo laico, se entiende-. Es la mejor terapia que se le ha ocurrido a Bibiana y que a buen seguro será imitada por los países más avanzados del mundo.
Y yo estoy convencido, pueden creerlo, de que ésta es la medida definitiva contra la violencia de género y la lucha de sexos.
Soy conciente de que el mundo camina hacia la idiocia a través del manicomio, pero no es necesario emplear esta velocidad de crucero en el recorrido. Mientras tanto, debemos conformarnos con el viejo dicho de la ignorancia, que es lo más atrevido que hay. La de Bibiana, porque me consta que muchas mujeres sienten vergüenza de este ejemplar de su sexo, uno de esos especímenes capaces de provocar lamentable aforismo nietzchiano del animal de ideas cortas y cabellos largos. De Bibiana hablamos, que no de su jefe de filas, que tiene el cabello corto.
Eulogio López
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