El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, aseguraba, en la mañana del lunes, que prefería un acuerdo entre empresarios y sindicatos pero que, si esto no fuera posible, asumiría su responsabilidad, un concepto por el que últimamente siente una inevitable querencia.
En cualquier caso, CCOO y UGT están en guerra intestina: porque algunos sindicalistas consideran que no pueden perder la ligazón con el Ejecutivo. Han decretado huelgas en la función pública y en sectores privados, por simpatía. Los patronos, a su vez, aseguran que no están dispuestos a firmar un acuerdo laboral en medio de una oleada de huelgas.
Así que la solución parece clara.