Pero también de las grandes empresas. Ahora se refinancia al revés: no se prorrogan créditos y se fuerzan amortizaciones anticipadas de créditos.
Es el momento de preguntarse para qué han servido sobre los planes para inyectar liquidez -ya llevamos dos subastas- en la economía real. Dichos planes se han hecho a través de la banca. En otras palabras, se proporciona dinero a los intermediarios financieros -bancos y cajas de ahorro- para que éstos, haciendo honor a su condición de intermediarios financieros, lo hagan llegar a familias y empresas.
Ahora bien, le hemos entregado dinero público a unos intermediarios que necesitaban su liquidez para mantener la rueda de apalancamientos que habían credo con un montón de empresas.
Recordemos la cifra mágica: sólo con las seis grandes constructoras españolas, y en compras apalancadas, con la garantía de las propias acciones de lo comprado, la banca española tiene comprometidos cerca de 100.000 millones de euros. Es lo que podríamos llamar una pésima práctica bancaria, porque el primer mandamiento del buen hacer bancario son avales ajenos al objeto del crédito y el segundo la diversificación del riesgo.
Pero lo grave no es eso, lo grave es que ahora no hay dinero para invertir y, en cualquier caso: ¿a qué viene esa adicción bancaria, esa dependencia innecesaria de los banqueros? ¿Para qué se necesitan intermediarios financieros cuando de lo que se trata es de proporcionar dinero público a la economía real? Los banqueros siempre se sentirán más a gusto con los grandes, no con los pequeños, por dos razones:
1. No son de su clase, la clase dirigente.
2. Es mucho más difícil gestionar 100.000 créditos de un millón que seis prestatarios de 100.000 millones. Y eso que los pequeños siempre pagan mejor o se les embarga.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com