Los niños necesitan una educación en valores humanos. El gobierno, la escuela y los padres debemos enseñar a los más jóvenes que la violencia y la discriminación atentan contra la dignidad de la persona.

Pero lo que no necesitan ni los niños ni los jóvenes es un Gobierno que les adoctrine con una asignatura totalitaria que pretende fijar convicciones sobre la condición humana, la verdad, la identidad personal, la educación sexual y el sentido último de la vida. Esta tarea es exclusiva de los padres.

Tampoco el Gobierno -integrado por personas con ideologías concretas y equívocas- puede sustituir a los padres, ni obligar a los profesores ha que enseñen contenidos que violentan su conciencia. Estas realidades antes apuntadas solo pueden ser enseñadas por los padres, quienes tienen la responsabilidad primera sobre sus hijos.

Como muy bien ha explicado el rotativo El País del 5 de julio, el teólogo Olegario Gonzalo de Cardenal, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, la nueva asignatura de Educación para la ciudadanía (EpC) ofrece un programa en el que se mezclan reales tareas de una educación cívica con cuestiones de mayor calado y que exceden la autoridad del Estado. "Lo primero y esencial es la persona, de cómo se comprenda ella a sí misma se deriva incluso la forma de comprender y realizar su ciudadanía."

Si de verdad el Ejecutivo de la EpC quiere demostrar su talante y respeto a todos los españoles, José Luis Rodríguez Zapatero, tendrá que retirar de los planes de estudio esta asignatura, porque en su actual concepción excede las competencias del Estado. O reducirla al estudio de la "Constitución Española, que ofrece todos los presupuestos de ideales, valores, derechos, deberes y responsabilidades del ciudadano, completándola con las Declaraciones internacionales de derechos humanos".

Clemente Ferrer Roselló

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