Entre los problemas que afectan al sistema educativo español, hemos comprobado en los últimos años que es preciso prestar especial atención a la violencia escolar.
Las agresiones físicas y el culto a la ley del más fuerte son fenómenos cotidianos en los mensajes que niños y adolescentes reciben por muy diversos medios.
Muchos profesores/ras son víctimas del deterioro de las reglas más elementales de convivencia, y si los padres de alumnos se suman a esta ola de violencia, la crisis puede ser imparable.
Y es que cuando se olvida que la escuela no sólo sirve para transmitir conocimientos, sino también -muy especialmente- para educar en los valores propios de la convivencia en paz y en libertad y, de manera especial si se olvida dar una formación integral de la persona, quiero decir todos los aspectos de la personalidad, también el religioso.
El fracaso en la transmisión de estas reglas elementales es una fuente segura de desarraigo y de criminalidad potencial. Por eso los poderes públicos tienen que exigir el cumplimiento estricto de las normas por parte de todos los integrantes de la comunidad escolar.
Acabado el curso es momento de reflexión.
Jesús Martínez Madrid
jdmezmadrid@gmail.com