Sr. Director:
La afición a la lectura debería significar una aportación cultural, pero nada más lejos de la realidad.
Cada semana, revistas varias pujan por abrirse campo entre las preferencias de las adolescentes sin que les aporten conocimientos más allá del sexo o cotilleos sobre sus actores favoritos.
Un sinfín de experiencias subidas de tono dejan su huella y no precisamente buena entre sus lectoras. Nunca se habla de compromiso serio ni de responsabilidad, la afectividad no existe, es una relación cuerpo a cuerpo con un único fin: el placer.
A medida que la sexualidad se distorsiona, crecen mujeres incapaces de asumir el matrimonio, o de enfrentarse a un embarazo. Prohibidas deberían estar estas revistas que provocan un engaño al por mayor de lo que el sexo es en la persona: un vínculo emocional más allá de los que forman el matrimonio y ligado a una función casi sagrada: engendrar nuevas vidas.
Lole Bravo
mariadoloresb@gmail.com